viernes, 7 de enero de 2011

Temas de ficción




En torno al tema de la ficción se han creado diversas controversias, tal vez desde que Platón expulsó a los poetas de La República. Philip Sydney, citado por Wolfgang Iser, ha refutado esa sentencia alegando que “el poeta nada afirma, por tanto, nunca miente, ya que no habla de lo que existe, sino de lo que debiera existir” (Iser, 1007:43). El problema radica en si la ficción constituye un acto de mentir. Empero, lo que diferencia la ficción de la mentira es que detrás de ésta, la verdad está escondida pero potencialmente presente. En las ficciones literarias, en cambio, lo que se muestra son diferentes posibilidades de la realidad. El equívoco tal vez proviene del hecho de que en las ficciones la realidad entraña una dualidad al sobrepasar los límites y exponer otros mundos posibles que, por su disposición contextual, los hacen parecer extraños pues incorporan una realidad identificable pero sometida a un cambio imprevisto que la diferencia del mundo real. La dualidad surge por el hecho de que a pesar de que esa realidad se ha visto sobrepasada, ésta aún continúa allí. Por ello, no se puede acusar a las ficciones literarias de mentira, sino más bien de exponer diversas realidades, según Nelson Goodman, en el entendido de que no existe un mundo único e inmutable. Lo que logra la ficción es crear nuevos mundos a partir de los ya existentes y que conviven simultáneamente, erigiendo otra realidad cuya accesibilidad es factible con múltiples posibilidades. Por lo tanto, la ficción no es algo opuesto a la realidad o el lado irreal de ésta, sino condiciones que hacen posible la producción de otros mundos y de cuya realidad no puede dudarse, aun cuando sabemos que es pura simulación.
Lo interesante de la ficcionalización es que a pesar de que sabemos que ella nos adentra a mundos no “reales”, sentimos la necesidad de seguir ficcionalizando. Es lo que Iser analiza como la dimensión antropológica de las ficciones literarias, ya que parecen reflejar al hombre en situaciones propias de su entorno real, es decir, se parecen a la “realidad”.
Desde que David Hume habló de “ficciones de la mente” que condicionan la forma en que organizamos nuestras experiencias como un intento de exponer las premisas cognitivas planteadas por la epistemología, esta argumentación adquirió otro matiz con la concepción de Kant, para quien las categorías de la cognición son ficciones heurísticas, una vía por la que nuestra capacidad creativa descubre e innova, y que deben interpretarse como si se correspondieran con algo.
De estas premisas se desprende que las ficciones tienen una base principalmente antropológica, pues reflejan al hombre en el contexto social y cultural al que pertenece, y, por lo tanto, como producto de éstas. Pero como las ficciones tienen variadas aplicaciones y tareas distintas, sus posturas son igual de variadas, que van desde el conocimiento científico (epistemológicas) hasta las acciones comunes. Es así como Iser, mediante la novela pastoril del Renacimiento pero aplicado a todos los géneros literarios, demuestra que en éstos se proyectan dos mundos radicalmente distintos: el artificial y el socio-político, mundos divergentes y yuxtapuestos divididos por una línea, en los que los protagonistas deben duplicarse a sí mismos para cruzarla, lo cual hacen escondiéndose detrás de un disfraz.
Tal fórmula de la ficcionalidad deviene en la simultaneidad de lo que es mutuamente excluyente. De allí, las ficciones literarias indican que es un discurso representado, es decir, debe tomarse lo escrito como si se refiriera a algo, mientras las referencias sirven de guías para lo que debe ser imaginado.
Los signos regidos por convenciones dotan al relato de una estructura de doble significación, esto es, decir algo distinto de lo que se dice, pero cuyo significado permanece latente. Este doble sentido de la ficción adquiere cierto paralelismo con la estructura de los sueños, señalado por Paul Ricoeur, en los que el significado manifiesto se refiere a los significados ocultos. El espacio entre el significado manifiesto y el latente es lo que “convierte a la ficcionalidad literaria en una matriz generadora de significado” (Iser, 1997:51). Sin embargo, el paralelismo con el sueño no significa que el doble significado en literatura sea una repetición de la dualidad de los sueños, ni tampoco una representación de éstos, puesto que en el sueño la ocultación es primordial para que luego reaparezca lo reprimido; mientras que en la ficción ocurre la ocultación y revelación simultáneamente, engaño que se juega para poder traspasar los límites y tener acceso a un mundo prohibido y descubrir en él realidades que se encuentran escondidas y que de otro modo no tendríamos acceso a ellas.
Iser dice que la estructura de doble significado en la ficción literaria permite que en la representación de los personajes surja la condición de “éxtasis”, esto es, estar y salir simultáneamente dentro y fuera de sí mismo, lo cual indica que el personaje siempre supera sus límites. El éxtasis no es un estado de locura, como suponía Platón, proviene de la conciencia de que estamos simulando sin dejar de ser nosotros mismos, lo cual lo diferencia del sueño y de la pérdida de la razón.
Ese punto tiene relación con otro aspecto antropológico presente en la ficcionalización literaria que es la estructura del doppelgänger, recurso que permite al ser representar un papel distinto del suyo pero sin dejar de ser él mismo, tal como los roles que representa el ser humano en su contexto social. Esa condición de ser otro siendo uno mismo, resulta atractiva para el ser humano, pues proporciona cierto placer oculto de traspasar los límites impuestos por las convenciones sociales. Igualmente, la capacidad de duplicidad en la ficción nos amplía el campo de actuación (auto-extensión), en cuyos mundos podemos ser lo que queramos, sin censura ni discriminación. Esta dualidad humana muestra la complejidad del ser humano y el carácter inaccesible de nuestra existencia. La ficcionalidad se nutre de esa dualidad y es de donde resulta el proceso creativo, pues la ficcionalización tiene la capacidad de convertir cualquier disposición básicamente humana en algo distinto, al dar licencia al ser para exceder ciertas limitaciones y acceder otros mundos vedados en la realidad. Para el escritor, ver reflejado el mundo real en un abanico de posibilidades sólo es viable mediante lo que ya existe en el mundo real, haciendo surgir lo que permanecía oculto: “Disfrutar tanto de lo real como de lo posible y poder mantener al tiempo la diferencia entre una cosa y otra es algo que se nos niega en la vida real; sólo puede ser representado en la forma del ” (Iser, 1997:60) de la ficcionalidad. Es así como el escritor de ficción ve realizado su deseo de sobrepasar la realidad mediante la trasgresión, develando lo que había permanecido oculto.
Sin embargo, tal posibilidad también pone de manifiesto las limitaciones propias del ser humano. La auto-extensión de uno mismo podría verse como una reacción ante la incapacidad de lo que no podemos ser o podemos alcanzar, por ello el hombre ficcionaliza donde acaba el conocimiento, y es en esa frontera donde comienza el acto creativo. Iser trata de dimensionar la significación antropológica de la ficcionalización, pues lo que representa para el ser humano enfrentarse a realidades impenetrables, tal como la muerte o el amor, son desafíos cognitivos, y ponen de manifiesto tanto nuestras propias limitaciones así como el desconocimiento de los deseos más profundos. De esta manera, la ficcionalización es activada por el deseo de penetrar las fronteras entre lo conocido y lo que está más allá de nuestra comprensión, para darle forma más accesible, así sea como simulación de una compensación, ya que para Iser, la necesidad de una compensación queda insatisfecha por el hecho de que las posibilidades que se han abierto con la ficción resultan carentes de autenticidad. Con todo, la fascinación que la apariencia de la ficción despierta en nosotros se explica porque proporcionan una modelación ilimitada de las realidades y elimina cualquier restricción en el campo de las experiencias.



Bibliografía

Iser, W. (1997). La ficcionalización: dimensión antropológica de las ficciones literarias En Teorías de la ficción literaria. Antonio Garrido Domínguez (com.).Madrid: Arco Libros.

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