viernes, 28 de diciembre de 2007



El intruso (The outsider, 1921)
Howard Phillips Lovecraft

El intruso, “infeliz abominación”, es un ser primordial, que mora en las profundidades, enterrado y olvidado durante siglos junto a civilizaciones que eran más antiguas que el hombre en el Egipto plagado de extrañas figuras con cuerpo humano y cabeza en forma de gato, halcón o león.

Al salir a la superficie, es rechazado por la humanidad, debido a su cuerpo monstruoso y putrefacto, tanto, que él mismo se siente espantado ante su imagen reflejada en la “fría y tersa superficie de cristal pulido”.

El intruso finalmente encuentra un lugar entre sus semejantes: "Ahora cabalgo junto a los gules[1], burlones y cordiales, al viento de la noche" y durante el día juega entre las catacumbas de Nephren-Ka[2], en el desconocido y recóndito valle de Hadoth[3], a orillas del Nilo.

Lovecraft deja en suspenso una situación de tensión que debe resolver el propio lector, suponiendo que aquello que no puede ser nombrado es porque no existe una categoría humana que lo clasifique, lo que constituye el grado sumo del horror, el miedo a lo desconocido y a lo absolutamente no humano.
[1] En la traducción que leímos se omite este nombre. HPL concebía a los Gules como una especie de cruce entre perro y humano que vive entre la Tierra de los Sueños y el mundo real. Sus Gules son carroñeros, de gran fuerza física, inteligente y versátil.

[2] Nyarlathotep, el Poderoso Mensajero de los Dioses Exteriores, es el único Dios Exterior que ha decidido personificar su presencia en nuestro planeta. Deidad de las mil formas, acude a la Tierra para mofarse, para sembrar el caos y avivar los impulsos autodestructivos de la humanidad. La ubicua presencia de Nyarlathotep tiene distintos aspectos, uno de ellos es como Nephren-Ka, el temible Faraón Negro del Egipto.
[3] Hadoth era presuntamente un valle secreto de tumbas del antiguo Egipto cerca del río Nilo.

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