jueves, 22 de febrero de 2007

La envidia en el mito de Eros y Psique


Aunque el mito se opone a la historia, los estudiosos lo han tratado como un hecho intelectual o posibilidad del logos; otros se han acercado a él para escrutar su significado imaginativo e intuitivo, sea como un modo de percepción diferente de las formas racionales o como paso previo al conocimiento racional en la evolución intelectual humana. Es por ello que una de las principales funciones que se le ha atribuido al mito es el de dar explicación a la naturaleza humana, así como a los fenómenos naturales, ya que parecen hablar más a la intuición que a la razón, quizás por el hecho de que son narraciones basadas en los dioses que, como los grecorromanos, tenían formas humanas y por lo tanto, dotados de todos sus vicios y virtudes, así como de sus deseos, anhelos y esperanzas, encarnando sentimientos como el odio, el amor, la amistad, la envidia, la compasión, y que eran comprendidos y aceptados por los hombres como parte de sus destinos. B. Malinowski, dice que “el orden y la civilización sólo pueden mantenerse mediante la estricta adhesión al saber y conocimiento recibidos de generaciones pretéritas”[1]; así, las ciencias y las humanidades se han valido de los mitos para comprender y explicar las formas de conducta y sentimientos del ser humano a través del tiempo.
La envidia vista por Hesíodo, Ovidio y Aristóteles. Hesíodo explica el ámbito y condiciones de la envidia a través de la influencia de las Érides en los hombres, a quienes beneficia o perjudica según sus obras. Destaca que existen dos especies de Érides, hijas de la Noche, una, la Éris amarga, es cruel y favorece la guerra, y por lo tanto hay que reprochar; la otra, colocada en el Olimpo, es útil para los hombres, pues estimula el trabajo, y si éste logra comprenderla obtendrá beneficios y bendiciones de ella, ya que esta deidad está más cerca a las emociones humanas y permite canalizarlas en procura de su bien.

Ovidio por su parte, nos presenta en el mito de Aglauros, Mercurio y Herse[2], la Envidia como una divinidad terrible y venenosa, despreciada y odiada por los mismos dioses. La descripción que hace de su aspecto y de su ámbito es muy elocuente: habita en las profundidades oscuras en una morada mugrienta de negro pus, rodeada de serpientes a medio roer, pues se alimenta de ellas, y nunca duerme; su rostro es pálido y demacrado su cuerpo, el pecho es verde de hiel y sus manos impregnadas en orín; tiene una mirada esquiva, dientes amarillentos, pero nunca sonríe y su lengua está empapada en veneno. Por donde quiera que pase lo infecta todo con su aliento, y no se conduele de nada, más se alegra del dolor ajeno y se consume por los éxitos de los hombres, y mientras los devora, se devora así misma.

Aristóteles sin embargo, aborda el tema desde los sentimientos humanos[3]. Así como los otros sentimientos y emociones, la envidia se da en ámbitos, personas y disposición de ánimo muy específicos. Se presenta entre quienes son próximos en el tiempo, espacio, edad y prestigio, es decir, se establece una competencia, contra personas, y sus cosas, que están en condiciones de semejanza y que desean las mismas cosas, también por los logros conseguidos por los otros que se desean para sí, incluso entre los que no son semejantes Estos sentimientos generan rivalidades por posesiones como el amor, la belleza, la gloria, el poder y las riquezas, que creen no merecen los otros, y también por la forma y manera de conseguir los logros tal como les hubiera gustado a ellos, más si no han sido alcanzados; incluso, obstaculizando a sus semejantes para que fracasen en los intentos para alcanzar algo. Pero también son envidiosos los que han alcanzado grandes éxitos y disfrutan de prosperidad, pues creen que los demás quieren llevarse lo suyo, al igual que los ambiciosos y los que se las dan de sabios, también los que aman la gloria, y los pobres de espíritu, pues todo le parece grande. En suma, la envidia es un sentimiento y naturaleza de personas viles que se opone a la compasión y el pesar por sus semejantes, y que si bien puede proporcionar alegría por el mal ajeno, también es turbador y genera sufrimiento a quien la padece.

A partir de las lecturas de la Retórica de Aristóteles, Los trabajos y los días de Hesíodo y la Metamorfosis de Ovidio, nos podemos acercar al tema de la envidia presente en algunos personajes en obras literarias y narraciones míticas.
Eros y Psique. Son muchas las imágenes que podemos extraer del mito de Eros y Psique narrado por Apuleyo, sin embargo, las imágenes relacionadas con el sentimiento de la envidia se tornan eje central en la medida que actúan como desencadenante de los hechos en el mito. Uno de los aspectos que revela el mito de Eros y Psique es el daño ocasionado por la envidia en el ámbito familiar, tal como observa Aristóteles, y se constata en lo expuesto por Hesíodo y Ovidio, por el hecho de que sean las propias hermanas de Psique las causantes de los padecimientos de la pareja. Así, son las hermanas quienes no pueden soportar la gran felicidad de Psique, producto del amor con el desconocido cónyuge y también por sus riquezas, que son posesiones de las cuales ellas carecen y creen que son las merecedoras. La familia constituiría el ámbito o dimensión más próxima a uno, y por lo tanto, más cerca para que estos sentimientos emerjan.

Ahora bien, aunque la envidia es una emoción que tratamos de reprimir, por considerarla negativa e innoble, y es difícil tener el valor de aceptarlas como una emoción que está en nosotros, inconsciente o escondida, sin embargo, las hermanas están bien conscientes de sus propios sentimientos, ya que ellas revelan el plan y las causas para despojar a Psique de sus posesiones. Esa actitud revela por un lado, una muestra de egoísmo, y por otra parte, el disimulo de sus verdaderas intenciones, pues pretenden hacerle ver una apariencia de sus verdaderos sentimientos. Además no se avergüenzan de ello, sino que se regocijan por el mal que preparan para su prójimo en su supuesto beneficio, al punto que se carcomen a sí mismas, como la imagen de la envidia de Ovidio, y se alegran del mal que le preparan a su hermana.
En ese mismo sentido, la advertencia que hace Eros a Psique de alejarse de la familia, podría significar precisamente evitar que se cree el ámbito y las condiciones propicias para que esos sentimientos tengan lugar, con lo cual se podría deducir que Eros conoce muy bien ese terreno, es decir, el lado oscuro que alberga el alma humana- ya que Psique, o Psiches, se le ha dado el significado de “alma” o “mente” en la tradición grecolatina-. De esta manera, las hermanas por ser las más próximas, constituyen la dimensión de lo psíquico en Psique, una sombra del alma humana que es lo que desconocemos de nosotros mismos[4].

Sin embargo, sin darle valor a lo dicho por Eros, Psique propicia el ámbito justo para que aparezca la envidia. La imagen de Psique inocentemente ofreciendo parte de sus riquezas a las hermanas, tal vez impulsada por Eros, abre la posibilidad, siempre latente, de que la envidia se manifieste con toda su ferocidad. Además, al regocijarse con ostentación en sus bienes, Psique está inconscientemente manifestando cierta vanidad, lo cual es percibido por las hermanas como una provocación o afrenta, a la que califican de arrogancia, y que moviliza en ellas los sentimientos más viles, como el engaño, la traición y la venganza. Por ello Aristóteles advierte que la ambición de los bienes, tanto del que ya los posee (Psique) o el de quien los desea de los otros (las hermanas) también despierta la envidia. Es una situación que se corresponde mutuamente.

En ese mismo sentido, la advertencia que Eros le hace a Psique sobre las desgracias que le sobrevendrían si escucha a sus hermanas, alberga la intención de que ella pueda descubrir dentro de sí la existencia de sentimientos oscuros en el alma humana, así como los límites del conocimiento y la debilidad del intelecto, que por ser ella tan joven, digamos sin experiencia, no es capaz de reconocer. Con todo ello, y en procura de su bien, Eros le está previniendo de caer en la desmesura, en la hybris o trasgresión, en la que las hermanas se empeñarán. Eros actúa entonces, como moldeador de la conciencia y consecuentemente de la conducta de la joven Psique[5] al movilizar en ella elementos psíquicos, que se convertiría, eventualmente, en un proceso de aprendizaje para la madurez. Pero como la experiencia no se puede enseñar sino que se adquiere con las vivencias y padecimientos, muchas veces necesarios para el propio aprendizaje, Psique se aproxima rápidamente hacia su destino, como sino inevitable.

De acuerdo a ello, la imagen de la joven Psique viviendo aislada y las quejas por su soledad, a pesar del amor y las riquezas, escuchando solo voces, reflejan que vive vacía de experiencia y sin el contenido vital necesario que pueden proporcionar las emociones. Es necesario, entonces, que Psique busque por sí misma las experiencias y emociones que requiere para su propio aprendizaje. En cierta forma, la permanencia de Psique en un palacio se asemeja al hombre del mito de la caverna de Platón, encadenado viendo sombras y creyendo que ese es el mundo real. En ese aspecto, es evidente el cambio experimentado por Psique después que sale de la vida rutinaria en el palacio, que metafóricamente constituye su propia psiquis y el estado de ensimismamiento producido al entrar a la casa de Eros, que nos permite reflexionar su semejanza con el proceso de iniciación: primero, se presenta un período de reclusión en el palacio, y luego las instrucciones que recibe tanto de Eros como por otros personajes, como el dios Pan, quienes le indican lo que debe hacer y las pruebas que debe pasar, como el temor, las privaciones y el dolor corporal, internada en un bosque y lugares semejantes; pero antes debe matar a sus hermanas, para renacer ella como un ser nuevo. Todo lo anterior se traduciría en una forma de ritual iniciático[6]. Al Psique emprender el camino a una vida llena de tropiezos y sinsabores, en la que incluso arriesga su vida, puede percatarse de sus propios límites y sus posibilidades en el conocimiento del mundo real, más allá de las fronteras del palacio y de la influencia de la familia. Dicho proceso la llevará a una madurez, adquirida con sufrimiento, pero con mucha pasión, sobre el valor de la supervivencia, además de la conciencia de su realidad, porque antes Psique estaba en un estado de ensimismamiento y solo veía las apariencias externas de las hermanas y del mundo que la rodeaba[7], y, como el hombre de la caverna, se percata de otra realidad y descubre el mundo de las ideas a través del conocimiento.

En su proceso de aprendizaje y madurez, la envidia interviene como desencadenante para activar las percepciones de Psique, sacándola de su inercia. De este modo, se podría aseverar que los sentimientos oscuros como la envidia, se convierten en agentes movilizadores de la conciencia que nos impulsa hacia el descubrimiento, por un lado, de que esos sentimientos existen en el alma humana, y por otra parte, de nuestras propias potencialidades al momento de enfrentarlos. En el caso de Psique, ella pudo afrontar las pruebas-los trabajos que hay que hacer de acuerdo a Hesíodo, para ganar el favor de la Éris buena-, que se le impusieron fuera del palacio, es decir, de su propio desconocimiento del alma humana y de las apariencias del mundo exterior, producto de su inexperiencia e ingenuidad cuando se es muy joven. Finalizado ese proceso de iniciación, Psique habrá alcanzado un grado de madurez, con otro conocimiento. Tal parece que el lado oscuro que habita en el alma humana, así como el amor mismo, hacen posible manifestar sin inhibiciones no sólo el propio aspecto emocional, sino la propia inclinación a lo negativo, lo que Jung denomina sombra.

En otro orden de ideas, la relación Eros-Psique refleja el principio de las relaciones fundamentales entre la pareja macho-hembra, en la cual el simbolismo de la sexualidad da explicación al orden del mundo y la constitución de la persona. Según Balandier, “los mitos explican la unión difícil de los sexos, de los principios machos y hembras, en dos versiones paralelas pero que difieren totalmente en el momento del desenlace, uno acaba en fracaso y el otro en éxito”[8]. La unión de las diferencias forma la naturaleza misma del ser humano, basada en la complementariedad y la oposición de las diferencias. En ese sentido, Eros, sería la parte complementaria y necesaria para la formación de Psique, lo cual queda demostrado en el desarrollo del mito.

Hay muchas otras imágenes que se escapan a este breve análisis y que son igualmente interesantes de estudiar, como la relación Eros-Venus, las bodas-funeral de Psique aconsejado por el oráculo de Apolo, el viento Cierzo, el amor, la virginidad y el embarazo de Psique, el palacio y sus riquezas, las voces, las dudas de Psique, el descubrimiento de Eros por parte de Psique, las heridas de ambos, la venganza contra sus hermanas, los trabajos que Psique tiene que hacer impuestos como castigo por Venus, la ayuda de Pan, el descenso al inframundo, el reencuentro de la pareja, y finalmente, la elevación de Psique al trono de los dioses y consecuentemente su inmortalidad. Sin embargo, pudiera decir que este mito nos enseña principalmente la importancia de los sentimientos en el alma humana y cómo ellos nos movilizan psíquicamente en el conocimiento del mundo, del alma y de nuestra propia conciencia.

Así, los mitos nos pueden aportar información -mediante un lenguaje en imágenes, obviando los conceptos, un sentir que es imposible explicar con palabras- sobre el aspecto sombrío que alberga los excesos del alma humana, y es posible que en ello veamos dimensiones éticas de nuestra propia conducta que promueven la desmesura, quizás por la incomprensión de la obligación ética y moral que cada ser tiene. A su vez, los mitos permiten conocer nuestros propios límites, y que muchas veces es necesario afrontar los hechos con humildad y ser aceptados como parte del destino, aun los que nos parecen injustos, que sería muestra de sabiduría.

El tema de la envidia, como necesaria para aprender y movilizar las fuerzas psíquicas como paso a la madurez y el conocimiento, constituiría una fuente de carácter universal y permanente. Lo que no comprendemos es si, a través de ese aprendizaje, se pueda lograr el grado extremo de felicidad, como le ocurre a Psique, al punto de ser elevada al trono de los dioses, lo que significaría que una vez que se tiene conciencia del alma humana, el ser puede ser feliz plenamente y ser recompensado por la providencia. Y esto, creo, precisamente por la condición de mortal del ser humano, a pesar de las esperanzas religiosas que se alberguen, aun las paganas. Ese aspecto puede resultar algo paradógico, puesto que las penalidades de la vida para alcanzar la madurez y la transparencia de nuestra alma y conciencia, no dejan más felicidad, a pesar de los conocimientos que se obtengan, exceptuando la conciencia de lo "oscuro". En todo caso, la mitología proporciona, y supera, la imaginación necesaria para comprender un poco más acerca de nosotros mismos, hoy más vigente que nunca como un “eterno retorno”.

Acercarse a la conciencia humana podría asemejarse a un descenso a los infiernos, como le ocurre a Psique, y más modernamente, por la fascinación y tentación del misterio que ella encierra; por ello la psicología trabaja con las emociones, el cuerpo psíquico habitado por los dioses más reprimidos y las consecuencias de las trasgresiones provocadas por el orgullo humano.

Bibliografía y referencias electrónicas.
Apuleyo, Lucio. “Mito de Eros y Psique”, en El asno de oro. Barcelona, España: Edition Ferni Geneve,1973.
Aristóteles. Retórica, libroII. Traducción y notas de Q. Racionero. Madrid:Biblioteca clásica Gredos, 1990.
Balandier, G. “Hombres y mujeres o la mitad peligrosa”, en Atropo-lógicas, Traducción de Joan Rofes.págs. 17-21.Barcelona, España: Ediciones 62, 1975.
Hesíodo. “Los trabajos y los días” en Obras y fragmentos. Madrid: Biblioteca clásica Gredos, 13, 1997.
López–Pedraza, Rafael. De Eros y Psique, un cuento de Apuleyo. Caracas: Editorial Festina Lente, 2003.
Malinoski,B. “Los actos creativos de la religión”, en Magia, ciencia y religión, pág. 41. Barcelona, España: Ediciones Ariel, 1974.
Ovidio. “Mito de Aglauros, Mercurio y Herse”, libro II en La metamorfosis.
Paglialunga, Esther. David Konstan y las emociones en el mundo antiguo, ULA, recuperado en http://vereda.saber.ula.ve/sol/praesentia6/esther.htm.27-11-2006.
Platón. La república, libro VII. Caracas: Editorial Buchivacoa, C.A. Serie Clásicos uiversales.
Williams, Victoria. El complejo materno, una ilustración clínica. Tesis. Recuperado en htp://www.ametep.com.mx/investigaciones_williams.htm(19-11-2006).[1] Malinoski, B. Magia, ciencia y religión, pág. 41.Ediciones Ariel,1974.[2] La Envidia es visitada por la diosa Minerva para pedirle que se apoderara de Aglauros y se opusiera a los amores de su hermana Herse con el dios Mercurio, quien se había enamorado de ella y quien le había pedido que mediara en sus amores. Pero Aglauros, al ser emponzoñada con el veneno de la Envidia, se consumió en sus terribles manifestaciones.
[3] Una definición general de la “emoción” como tal, se encuentra vinculada con nociones como “disposición”, “sentimiento”, “modos”. Sin embargo, en griego tenemos un único vocablo pathos, al cual unas veces encontraremos como equivalente de “emoción” y otras de “pasión”. David Konstan y las emociones en el mundo antiguo, por Esther Paglialunga ULA, recuperado en http://vereda.saber.ula.ve/sol/praesentia6/esther.htm.27-11-2006.
[4] López–Pedraza, Eros y Psique,pág.48.
[5] “Para Jung el principio femenino de Eros es uno de los factores que mayormente moldean la conciencia de la mujer y el ánima en la sexualidad en el hombre”. Williams, Victoria. El complejo materno, una ilustración clínica. .Tesis. Recuperado en ttp://www.ametep.com.mx/investigaciones_williams.htm(19-11-2006).[6] Malinoski,B. "Los actos creativos de la religión", en Magia, ciencia y religión, pág. 41.Ediciones Ariel,1974.
[7] El concepto de Eros describe simbólicamente la urgente necesidad psíquica de relación, unión, valor, estar en contacto con sentimientos concretos, cosas, personas, en vez de abstraer o teorizar. En El complejo materno, una ilustración clínica. Tesis. Recuperado en htp://www.ametep.com.mx/investigaciones_williams.htm.(19-11-2006)[8]Balandier, G."Hombres y mujeres o la mitad peligrosa", en Atropo-lógicas, págs. 17-21. Barcelona, España: Ediciones 62, 1975.
















1 comentario:

Anónimo dijo...

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