domingo, 15 de julio de 2007


Las Ruinas circulares yTlön, Uqbar, Orbis Tertius


Según Todorov, lo fantástico implica la integración del lector con el mundo de los personajes. A partir de Las ruinas circulares y Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, podemos destacar la diferencia entre lo fantástico y lo maravilloso.Todorov establece que la diferencia entre lo fantástico y lo maravilloso radica en la opción que adopte el personaje, o el lector, al final del relato, con una solución razonable. La duda sobre ante qué fenómeno nos enfrentamos podría desaparecer cuando hay una explicación lógica de ese fenómeno sobrenatural, lo cual sería lo fantástico. Pero, si se mantiene la duda al final, puesto que dicho fenómeno no tiene una explicación lógica dentro de las leyes conocidas, estamos ante el género maravilloso. Se termina admitiendo que quizás esas leyes desconocidas tienen cabida y que podrían explicar racionalmente el fenómeno presentado como un hecho el cual somos incapaces de resolver. Tal solución también implicaría el acto de creencia en fenómenos de origen divino.
Debido a que las fronteras entre uno y otro género es muy sutil, lo fantástico se debe ubicar entre lo insólito y lo maravilloso.
Lo fantástico-maravilloso haría la diferencia de vacilación entre creer o no. Dentro de lo maravilloso puro se acepta el fenómeno sin tratar de entenderlo o explicarlo.
En ese sentido, en el relato Las ruinas circulares, se produce un fenómeno de naturaleza extraña: un sujeto sueña y en ese devenir crea a otro sujeto que, por su naturaleza, es indemne al fuego. El fuego, a su vez, es un fenómeno natural el cual el hombre terrenal acepta aunque no comprende del todo y por ello lo asocia a un hecho divino, es decir, creado por un Dios. Igualmente, ese elemento, el fuego, se ha asociado a la concurrencia de la vida y la muerte: el fuego da vida pero también destruye, tiene una propiedad dual.
En ese sentido, el hombre participa de un ritual ancestral, concurre a un fenómeno cosmogónico y teológico al mismo tiempo, que tiene un carácter simbólico misterioso. Pero al hombre no le interesa mucho saber o conocer el fenómeno, sino que lo acepta como un hecho.
Por otro lado, el simbolismo de Las ruinas circulares, sugiere el hecho de un ciclo, que aparentemente el hombre no puede eludir, y en el cual se siente inmerso.
Cualquier intento de salida le remite nuevamente a un sueño donde finalmente se convence de que él mismo es un sueño, creado tal vez por Dios, y que a su vez el hombre crea a otro hombre con su sueño, el ciclo se repetiría hasta el infinito. En ese ciclo, el hombre es un dios que también crea.
El sueño es también una actitud filosófica ante la vida, donde el hombre es vigilado por una divinidad, y finalmente se confronta con la muerte, su principal angustia. En ese contexto el relato podría ubicarse dentro de lo maravilloso puro.
En Tlön, Uqbar, Orbis Tertius , se describe el mundo imaginario de un planeta ficticio. Este mundo se vislumbra primero en una enciclopedia que, a su vez, es una reimpresión falsificada de la Británica, acerca de la región imaginaria de Uqbar, presentándola como si fuera parte de un país imaginario. Otro falsificador crea un planeta ficticio llamado Tlön, que representa una pseudo-realidad parecida a nuestro mundo real, más detallada, en una de las lenguas de Tlön, llamada Orbis Tertius. Llevando este proceso a sus límites, el relato puede alcanzar una representación ordenada de la realidad que contiene la totalidad de las cosas, sutilmente transformadas y enriquecidas por el proceso imaginativo que las engendró.
El mundo imaginario de Tlön es un universo mental, construido por un conjunto de leyes filosóficamente coherentes. Pareciera que Borges está jugando a ser Dios, creador, o demiurgo, y que tal vez así debería haberse creado nuestro mundo real, sólo que más perfecto.
El relato nos ubica en una encrucijada. Debemos optar por una opción lógica para tratar de entender el final. Si lo tomamos como un sofisma, cuyo argumento nos persuade de un hecho falso como si fuera real, nos encontraríamos ante un relato maravilloso, cuyas leyes no pueden ser explicadas, pero que, sin embargo, son aceptadas. Por otro lado, si percibimos el relato como un fenómeno insólito, no cabría duda de que el efecto fantástico se ha desvanecido al final del relato.
Borges agrega ciertos datos reales, como la conversación con Bioy Casares, para confundir y causar ese efecto de extrañeza y de duda si el relato es verosímil o no.
En todo caso, lo fantástico-maravilloso juega un papel a la hora de las clasificaciones. Los dos relatos son desafíos a la inteligencia del lector, y es difícil determinar su género, puesto que toma elementos de uno y de otro para formar híbridos. Sin embargo, para catalogarlos dentro de alguno de ellos, diría que el relato Las ruinas circulares se produce dentro del género fantástico-extraño, y Tlön Uqbar Orbis Tertius, dentro de lo fantástico-maravilloso, puesto que no queda explicado el fenómeno, por ende no podemos racionalizarlo. Sin embargo, ambos nos sugieren ciertos hechos sobrenaturales.

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