domingo, 30 de diciembre de 2007



VENEZUELA

José Varela El Charrúa Latinoamericano

Quisiera escribir un verso de amor.
Quisiera, pero no puedo, mis limitaciones (que son muchas) frenan mi mano.
Pero mi corazón ayuda a mi pluma y le da vida a mi pensamiento.
Pienso en Neruda… ¡Ayúdeme maestro!...
me digo para mis adentros y comienzo mi travesía.
¿Qué es Venezuela para mí?
El sentimiento más puro que florece en el alma.
La razón de mi vida, mis dos hijos.
La que me divisó un día viéndome como perdido...
Me susurró al oído: Vente José, yo seré tu amiga.
La que me enamoró como la primera novia.
Jamás puso piedras en mi camino, sólo amor y ternura.
Con mi juventud a flor de piel, el turpial me dio la bienvenida.
Venezuela le regaló a mis ojos, tratando de enamorarme, todo lo que ella tenía.
Me tomó de un brazo y paseó conmigo, me acarició con el Ávila, me cautivó con el Salto Ángel, me regaló los Llanos, la Sabana y me besó con las aguas del Mar Caribe.
Cuando por momentos yo desfallecía por la nostalgia, por la que me dio la vida….
Ella me abrazaba diciéndome: “No lo olvides, soy tu amiga”.
Cuando a veces lloro, ella logra que la lluvia llore conmigo....
Pero sin yo casi notarlo…
Me regala un puñado de guacamayas, para que todas juntas formen el más bello arco iris… Porque sé que ella hace lo imposible para que vuelva mi alegría.
Por momentos pienso, ¿qué viste en mí, tierra querida?...
O será que lees mi mente y sabes que cuando soy amigo, lo soy para toda la vida…
Todo me lo has dado tierra amada…
Quisiera ser Miguel Ángel…
para dibujarte con mi mente, el infinito amor que mi pecho siente.
Quisiera robarles a Romeo y Julieta… el amor eterno… para dártelo a ti tierra mía…Con nostalgia y tristeza, comprendo que soy un simple ser humano, que sólo puede decirte: Te quiero Venezuela… Tierra de mis hijos, tierra mía (porque tú sabes que te siento mía).

viernes, 28 de diciembre de 2007



El intruso (The outsider, 1921)
Howard Phillips Lovecraft

El intruso, “infeliz abominación”, es un ser primordial, que mora en las profundidades, enterrado y olvidado durante siglos junto a civilizaciones que eran más antiguas que el hombre en el Egipto plagado de extrañas figuras con cuerpo humano y cabeza en forma de gato, halcón o león.

Al salir a la superficie, es rechazado por la humanidad, debido a su cuerpo monstruoso y putrefacto, tanto, que él mismo se siente espantado ante su imagen reflejada en la “fría y tersa superficie de cristal pulido”.

El intruso finalmente encuentra un lugar entre sus semejantes: "Ahora cabalgo junto a los gules[1], burlones y cordiales, al viento de la noche" y durante el día juega entre las catacumbas de Nephren-Ka[2], en el desconocido y recóndito valle de Hadoth[3], a orillas del Nilo.

Lovecraft deja en suspenso una situación de tensión que debe resolver el propio lector, suponiendo que aquello que no puede ser nombrado es porque no existe una categoría humana que lo clasifique, lo que constituye el grado sumo del horror, el miedo a lo desconocido y a lo absolutamente no humano.
[1] En la traducción que leímos se omite este nombre. HPL concebía a los Gules como una especie de cruce entre perro y humano que vive entre la Tierra de los Sueños y el mundo real. Sus Gules son carroñeros, de gran fuerza física, inteligente y versátil.

[2] Nyarlathotep, el Poderoso Mensajero de los Dioses Exteriores, es el único Dios Exterior que ha decidido personificar su presencia en nuestro planeta. Deidad de las mil formas, acude a la Tierra para mofarse, para sembrar el caos y avivar los impulsos autodestructivos de la humanidad. La ubicua presencia de Nyarlathotep tiene distintos aspectos, uno de ellos es como Nephren-Ka, el temible Faraón Negro del Egipto.
[3] Hadoth era presuntamente un valle secreto de tumbas del antiguo Egipto cerca del río Nilo.