jueves, 22 de febrero de 2007

La envidia en el mito de Eros y Psique


Aunque el mito se opone a la historia, los estudiosos lo han tratado como un hecho intelectual o posibilidad del logos; otros se han acercado a él para escrutar su significado imaginativo e intuitivo, sea como un modo de percepción diferente de las formas racionales o como paso previo al conocimiento racional en la evolución intelectual humana. Es por ello que una de las principales funciones que se le ha atribuido al mito es el de dar explicación a la naturaleza humana, así como a los fenómenos naturales, ya que parecen hablar más a la intuición que a la razón, quizás por el hecho de que son narraciones basadas en los dioses que, como los grecorromanos, tenían formas humanas y por lo tanto, dotados de todos sus vicios y virtudes, así como de sus deseos, anhelos y esperanzas, encarnando sentimientos como el odio, el amor, la amistad, la envidia, la compasión, y que eran comprendidos y aceptados por los hombres como parte de sus destinos. B. Malinowski, dice que “el orden y la civilización sólo pueden mantenerse mediante la estricta adhesión al saber y conocimiento recibidos de generaciones pretéritas”[1]; así, las ciencias y las humanidades se han valido de los mitos para comprender y explicar las formas de conducta y sentimientos del ser humano a través del tiempo.
La envidia vista por Hesíodo, Ovidio y Aristóteles. Hesíodo explica el ámbito y condiciones de la envidia a través de la influencia de las Érides en los hombres, a quienes beneficia o perjudica según sus obras. Destaca que existen dos especies de Érides, hijas de la Noche, una, la Éris amarga, es cruel y favorece la guerra, y por lo tanto hay que reprochar; la otra, colocada en el Olimpo, es útil para los hombres, pues estimula el trabajo, y si éste logra comprenderla obtendrá beneficios y bendiciones de ella, ya que esta deidad está más cerca a las emociones humanas y permite canalizarlas en procura de su bien.

Ovidio por su parte, nos presenta en el mito de Aglauros, Mercurio y Herse[2], la Envidia como una divinidad terrible y venenosa, despreciada y odiada por los mismos dioses. La descripción que hace de su aspecto y de su ámbito es muy elocuente: habita en las profundidades oscuras en una morada mugrienta de negro pus, rodeada de serpientes a medio roer, pues se alimenta de ellas, y nunca duerme; su rostro es pálido y demacrado su cuerpo, el pecho es verde de hiel y sus manos impregnadas en orín; tiene una mirada esquiva, dientes amarillentos, pero nunca sonríe y su lengua está empapada en veneno. Por donde quiera que pase lo infecta todo con su aliento, y no se conduele de nada, más se alegra del dolor ajeno y se consume por los éxitos de los hombres, y mientras los devora, se devora así misma.

Aristóteles sin embargo, aborda el tema desde los sentimientos humanos[3]. Así como los otros sentimientos y emociones, la envidia se da en ámbitos, personas y disposición de ánimo muy específicos. Se presenta entre quienes son próximos en el tiempo, espacio, edad y prestigio, es decir, se establece una competencia, contra personas, y sus cosas, que están en condiciones de semejanza y que desean las mismas cosas, también por los logros conseguidos por los otros que se desean para sí, incluso entre los que no son semejantes Estos sentimientos generan rivalidades por posesiones como el amor, la belleza, la gloria, el poder y las riquezas, que creen no merecen los otros, y también por la forma y manera de conseguir los logros tal como les hubiera gustado a ellos, más si no han sido alcanzados; incluso, obstaculizando a sus semejantes para que fracasen en los intentos para alcanzar algo. Pero también son envidiosos los que han alcanzado grandes éxitos y disfrutan de prosperidad, pues creen que los demás quieren llevarse lo suyo, al igual que los ambiciosos y los que se las dan de sabios, también los que aman la gloria, y los pobres de espíritu, pues todo le parece grande. En suma, la envidia es un sentimiento y naturaleza de personas viles que se opone a la compasión y el pesar por sus semejantes, y que si bien puede proporcionar alegría por el mal ajeno, también es turbador y genera sufrimiento a quien la padece.

A partir de las lecturas de la Retórica de Aristóteles, Los trabajos y los días de Hesíodo y la Metamorfosis de Ovidio, nos podemos acercar al tema de la envidia presente en algunos personajes en obras literarias y narraciones míticas.
Eros y Psique. Son muchas las imágenes que podemos extraer del mito de Eros y Psique narrado por Apuleyo, sin embargo, las imágenes relacionadas con el sentimiento de la envidia se tornan eje central en la medida que actúan como desencadenante de los hechos en el mito. Uno de los aspectos que revela el mito de Eros y Psique es el daño ocasionado por la envidia en el ámbito familiar, tal como observa Aristóteles, y se constata en lo expuesto por Hesíodo y Ovidio, por el hecho de que sean las propias hermanas de Psique las causantes de los padecimientos de la pareja. Así, son las hermanas quienes no pueden soportar la gran felicidad de Psique, producto del amor con el desconocido cónyuge y también por sus riquezas, que son posesiones de las cuales ellas carecen y creen que son las merecedoras. La familia constituiría el ámbito o dimensión más próxima a uno, y por lo tanto, más cerca para que estos sentimientos emerjan.

Ahora bien, aunque la envidia es una emoción que tratamos de reprimir, por considerarla negativa e innoble, y es difícil tener el valor de aceptarlas como una emoción que está en nosotros, inconsciente o escondida, sin embargo, las hermanas están bien conscientes de sus propios sentimientos, ya que ellas revelan el plan y las causas para despojar a Psique de sus posesiones. Esa actitud revela por un lado, una muestra de egoísmo, y por otra parte, el disimulo de sus verdaderas intenciones, pues pretenden hacerle ver una apariencia de sus verdaderos sentimientos. Además no se avergüenzan de ello, sino que se regocijan por el mal que preparan para su prójimo en su supuesto beneficio, al punto que se carcomen a sí mismas, como la imagen de la envidia de Ovidio, y se alegran del mal que le preparan a su hermana.
En ese mismo sentido, la advertencia que hace Eros a Psique de alejarse de la familia, podría significar precisamente evitar que se cree el ámbito y las condiciones propicias para que esos sentimientos tengan lugar, con lo cual se podría deducir que Eros conoce muy bien ese terreno, es decir, el lado oscuro que alberga el alma humana- ya que Psique, o Psiches, se le ha dado el significado de “alma” o “mente” en la tradición grecolatina-. De esta manera, las hermanas por ser las más próximas, constituyen la dimensión de lo psíquico en Psique, una sombra del alma humana que es lo que desconocemos de nosotros mismos[4].

Sin embargo, sin darle valor a lo dicho por Eros, Psique propicia el ámbito justo para que aparezca la envidia. La imagen de Psique inocentemente ofreciendo parte de sus riquezas a las hermanas, tal vez impulsada por Eros, abre la posibilidad, siempre latente, de que la envidia se manifieste con toda su ferocidad. Además, al regocijarse con ostentación en sus bienes, Psique está inconscientemente manifestando cierta vanidad, lo cual es percibido por las hermanas como una provocación o afrenta, a la que califican de arrogancia, y que moviliza en ellas los sentimientos más viles, como el engaño, la traición y la venganza. Por ello Aristóteles advierte que la ambición de los bienes, tanto del que ya los posee (Psique) o el de quien los desea de los otros (las hermanas) también despierta la envidia. Es una situación que se corresponde mutuamente.

En ese mismo sentido, la advertencia que Eros le hace a Psique sobre las desgracias que le sobrevendrían si escucha a sus hermanas, alberga la intención de que ella pueda descubrir dentro de sí la existencia de sentimientos oscuros en el alma humana, así como los límites del conocimiento y la debilidad del intelecto, que por ser ella tan joven, digamos sin experiencia, no es capaz de reconocer. Con todo ello, y en procura de su bien, Eros le está previniendo de caer en la desmesura, en la hybris o trasgresión, en la que las hermanas se empeñarán. Eros actúa entonces, como moldeador de la conciencia y consecuentemente de la conducta de la joven Psique[5] al movilizar en ella elementos psíquicos, que se convertiría, eventualmente, en un proceso de aprendizaje para la madurez. Pero como la experiencia no se puede enseñar sino que se adquiere con las vivencias y padecimientos, muchas veces necesarios para el propio aprendizaje, Psique se aproxima rápidamente hacia su destino, como sino inevitable.

De acuerdo a ello, la imagen de la joven Psique viviendo aislada y las quejas por su soledad, a pesar del amor y las riquezas, escuchando solo voces, reflejan que vive vacía de experiencia y sin el contenido vital necesario que pueden proporcionar las emociones. Es necesario, entonces, que Psique busque por sí misma las experiencias y emociones que requiere para su propio aprendizaje. En cierta forma, la permanencia de Psique en un palacio se asemeja al hombre del mito de la caverna de Platón, encadenado viendo sombras y creyendo que ese es el mundo real. En ese aspecto, es evidente el cambio experimentado por Psique después que sale de la vida rutinaria en el palacio, que metafóricamente constituye su propia psiquis y el estado de ensimismamiento producido al entrar a la casa de Eros, que nos permite reflexionar su semejanza con el proceso de iniciación: primero, se presenta un período de reclusión en el palacio, y luego las instrucciones que recibe tanto de Eros como por otros personajes, como el dios Pan, quienes le indican lo que debe hacer y las pruebas que debe pasar, como el temor, las privaciones y el dolor corporal, internada en un bosque y lugares semejantes; pero antes debe matar a sus hermanas, para renacer ella como un ser nuevo. Todo lo anterior se traduciría en una forma de ritual iniciático[6]. Al Psique emprender el camino a una vida llena de tropiezos y sinsabores, en la que incluso arriesga su vida, puede percatarse de sus propios límites y sus posibilidades en el conocimiento del mundo real, más allá de las fronteras del palacio y de la influencia de la familia. Dicho proceso la llevará a una madurez, adquirida con sufrimiento, pero con mucha pasión, sobre el valor de la supervivencia, además de la conciencia de su realidad, porque antes Psique estaba en un estado de ensimismamiento y solo veía las apariencias externas de las hermanas y del mundo que la rodeaba[7], y, como el hombre de la caverna, se percata de otra realidad y descubre el mundo de las ideas a través del conocimiento.

En su proceso de aprendizaje y madurez, la envidia interviene como desencadenante para activar las percepciones de Psique, sacándola de su inercia. De este modo, se podría aseverar que los sentimientos oscuros como la envidia, se convierten en agentes movilizadores de la conciencia que nos impulsa hacia el descubrimiento, por un lado, de que esos sentimientos existen en el alma humana, y por otra parte, de nuestras propias potencialidades al momento de enfrentarlos. En el caso de Psique, ella pudo afrontar las pruebas-los trabajos que hay que hacer de acuerdo a Hesíodo, para ganar el favor de la Éris buena-, que se le impusieron fuera del palacio, es decir, de su propio desconocimiento del alma humana y de las apariencias del mundo exterior, producto de su inexperiencia e ingenuidad cuando se es muy joven. Finalizado ese proceso de iniciación, Psique habrá alcanzado un grado de madurez, con otro conocimiento. Tal parece que el lado oscuro que habita en el alma humana, así como el amor mismo, hacen posible manifestar sin inhibiciones no sólo el propio aspecto emocional, sino la propia inclinación a lo negativo, lo que Jung denomina sombra.

En otro orden de ideas, la relación Eros-Psique refleja el principio de las relaciones fundamentales entre la pareja macho-hembra, en la cual el simbolismo de la sexualidad da explicación al orden del mundo y la constitución de la persona. Según Balandier, “los mitos explican la unión difícil de los sexos, de los principios machos y hembras, en dos versiones paralelas pero que difieren totalmente en el momento del desenlace, uno acaba en fracaso y el otro en éxito”[8]. La unión de las diferencias forma la naturaleza misma del ser humano, basada en la complementariedad y la oposición de las diferencias. En ese sentido, Eros, sería la parte complementaria y necesaria para la formación de Psique, lo cual queda demostrado en el desarrollo del mito.

Hay muchas otras imágenes que se escapan a este breve análisis y que son igualmente interesantes de estudiar, como la relación Eros-Venus, las bodas-funeral de Psique aconsejado por el oráculo de Apolo, el viento Cierzo, el amor, la virginidad y el embarazo de Psique, el palacio y sus riquezas, las voces, las dudas de Psique, el descubrimiento de Eros por parte de Psique, las heridas de ambos, la venganza contra sus hermanas, los trabajos que Psique tiene que hacer impuestos como castigo por Venus, la ayuda de Pan, el descenso al inframundo, el reencuentro de la pareja, y finalmente, la elevación de Psique al trono de los dioses y consecuentemente su inmortalidad. Sin embargo, pudiera decir que este mito nos enseña principalmente la importancia de los sentimientos en el alma humana y cómo ellos nos movilizan psíquicamente en el conocimiento del mundo, del alma y de nuestra propia conciencia.

Así, los mitos nos pueden aportar información -mediante un lenguaje en imágenes, obviando los conceptos, un sentir que es imposible explicar con palabras- sobre el aspecto sombrío que alberga los excesos del alma humana, y es posible que en ello veamos dimensiones éticas de nuestra propia conducta que promueven la desmesura, quizás por la incomprensión de la obligación ética y moral que cada ser tiene. A su vez, los mitos permiten conocer nuestros propios límites, y que muchas veces es necesario afrontar los hechos con humildad y ser aceptados como parte del destino, aun los que nos parecen injustos, que sería muestra de sabiduría.

El tema de la envidia, como necesaria para aprender y movilizar las fuerzas psíquicas como paso a la madurez y el conocimiento, constituiría una fuente de carácter universal y permanente. Lo que no comprendemos es si, a través de ese aprendizaje, se pueda lograr el grado extremo de felicidad, como le ocurre a Psique, al punto de ser elevada al trono de los dioses, lo que significaría que una vez que se tiene conciencia del alma humana, el ser puede ser feliz plenamente y ser recompensado por la providencia. Y esto, creo, precisamente por la condición de mortal del ser humano, a pesar de las esperanzas religiosas que se alberguen, aun las paganas. Ese aspecto puede resultar algo paradógico, puesto que las penalidades de la vida para alcanzar la madurez y la transparencia de nuestra alma y conciencia, no dejan más felicidad, a pesar de los conocimientos que se obtengan, exceptuando la conciencia de lo "oscuro". En todo caso, la mitología proporciona, y supera, la imaginación necesaria para comprender un poco más acerca de nosotros mismos, hoy más vigente que nunca como un “eterno retorno”.

Acercarse a la conciencia humana podría asemejarse a un descenso a los infiernos, como le ocurre a Psique, y más modernamente, por la fascinación y tentación del misterio que ella encierra; por ello la psicología trabaja con las emociones, el cuerpo psíquico habitado por los dioses más reprimidos y las consecuencias de las trasgresiones provocadas por el orgullo humano.

Bibliografía y referencias electrónicas.
Apuleyo, Lucio. “Mito de Eros y Psique”, en El asno de oro. Barcelona, España: Edition Ferni Geneve,1973.
Aristóteles. Retórica, libroII. Traducción y notas de Q. Racionero. Madrid:Biblioteca clásica Gredos, 1990.
Balandier, G. “Hombres y mujeres o la mitad peligrosa”, en Atropo-lógicas, Traducción de Joan Rofes.págs. 17-21.Barcelona, España: Ediciones 62, 1975.
Hesíodo. “Los trabajos y los días” en Obras y fragmentos. Madrid: Biblioteca clásica Gredos, 13, 1997.
López–Pedraza, Rafael. De Eros y Psique, un cuento de Apuleyo. Caracas: Editorial Festina Lente, 2003.
Malinoski,B. “Los actos creativos de la religión”, en Magia, ciencia y religión, pág. 41. Barcelona, España: Ediciones Ariel, 1974.
Ovidio. “Mito de Aglauros, Mercurio y Herse”, libro II en La metamorfosis.
Paglialunga, Esther. David Konstan y las emociones en el mundo antiguo, ULA, recuperado en http://vereda.saber.ula.ve/sol/praesentia6/esther.htm.27-11-2006.
Platón. La república, libro VII. Caracas: Editorial Buchivacoa, C.A. Serie Clásicos uiversales.
Williams, Victoria. El complejo materno, una ilustración clínica. Tesis. Recuperado en htp://www.ametep.com.mx/investigaciones_williams.htm(19-11-2006).[1] Malinoski, B. Magia, ciencia y religión, pág. 41.Ediciones Ariel,1974.[2] La Envidia es visitada por la diosa Minerva para pedirle que se apoderara de Aglauros y se opusiera a los amores de su hermana Herse con el dios Mercurio, quien se había enamorado de ella y quien le había pedido que mediara en sus amores. Pero Aglauros, al ser emponzoñada con el veneno de la Envidia, se consumió en sus terribles manifestaciones.
[3] Una definición general de la “emoción” como tal, se encuentra vinculada con nociones como “disposición”, “sentimiento”, “modos”. Sin embargo, en griego tenemos un único vocablo pathos, al cual unas veces encontraremos como equivalente de “emoción” y otras de “pasión”. David Konstan y las emociones en el mundo antiguo, por Esther Paglialunga ULA, recuperado en http://vereda.saber.ula.ve/sol/praesentia6/esther.htm.27-11-2006.
[4] López–Pedraza, Eros y Psique,pág.48.
[5] “Para Jung el principio femenino de Eros es uno de los factores que mayormente moldean la conciencia de la mujer y el ánima en la sexualidad en el hombre”. Williams, Victoria. El complejo materno, una ilustración clínica. .Tesis. Recuperado en ttp://www.ametep.com.mx/investigaciones_williams.htm(19-11-2006).[6] Malinoski,B. "Los actos creativos de la religión", en Magia, ciencia y religión, pág. 41.Ediciones Ariel,1974.
[7] El concepto de Eros describe simbólicamente la urgente necesidad psíquica de relación, unión, valor, estar en contacto con sentimientos concretos, cosas, personas, en vez de abstraer o teorizar. En El complejo materno, una ilustración clínica. Tesis. Recuperado en htp://www.ametep.com.mx/investigaciones_williams.htm.(19-11-2006)[8]Balandier, G."Hombres y mujeres o la mitad peligrosa", en Atropo-lógicas, págs. 17-21. Barcelona, España: Ediciones 62, 1975.
















viernes, 16 de febrero de 2007

El Renacimiento y el Barroco


Garcilaso De La Vega




Francisco de Quevedo




El Renacimiento y el Barroco[1]


El llamado Siglo de Oro, es el período histórico y literario más importante de España, que sucede a la Edad Media en Europa, conocido como el Renacimiento, y comprende todo el siglo XVI [2]. Los escritores del Renacimiento adoptaron como modelos que debían ser imitados a los escritores de la antigüedad clásica, y a grandes italianos del siglo XIV, como Dante y Petrarca[3]. La filosofía que más influye en ese período es el Neoplatonismo, para quienes todas las cosas son un reflejo de la Belleza, es decir, de la Divinidad, porque el hombre es un ser imperfecto y busca elevarse por medio de la contemplación de las cosas bellas, como la naturaleza, el arte, la mujer, y el amor intelectual y puro, no pasional, en donde el hombre es la medida de todas las cosas, por ello los poetas cantan al amor humano.

Con Garcilaso De La Vega
[4] (1501-1536), se inicia ese siglo. Es un poeta petrarquista, tanto en la forma (nuevos versos y estrofas) como en el contenido (neoplatonismo). Adapta las formas italianas, utilizando el verso endecasílabo y los recursos típicos de la poesía italiana como el soneto, terceto, la canción, la lira, la rima interna y los versos sueltos, que reflejan el estilo y tono de la poesía neolatina del Renacimiento.

De las características más importantes de la poesía de Gracilazo se destacan: la búsqueda de la perfección, la musicalidad, la suavidad, el equilibrio y la elegancia en el estilo, que son marcas renacentistas. Observamos en los sonetos el cuidado de la forma; sin embargo ello no debía ser más importante que la emoción lírica y la comunicación de sentimientos, lo que le imprime a su poesía un tono intimista o solipsista.

Soneto V

Escrito’stá en mi alma vuestro gesto
y cuanto yo escribir de vos deseo:
vos sola lo escribisteis; yo lo leo
tan solo que aun de vos me guardo en esto.
En esto estoy y estaré siempre puesto,
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma misma os quiero;
cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.
Soneto X
¡Oh dulces prendas por mi mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería!
Juntas estáis en la memoria mía
y con ella en mi muerte conjuradas.
¿Quién me dijera, cuando las pasadas
horas qu’en tanto bien por vos me vía,
que me habiades de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?
Pues en una hora junto me llevastes
todo el bien que por términos me distes,
llevadme junto el mal que me dejastes;
si no, sospecharé que me pusistesen
tantos bienes porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.

Esta apreciación se puede observar en la lectura aislada de estos dos sonetos, V y X, donde suministra una determinada información de su lírica intimista, cargadas de sentimientos, y eso lo mantiene en un plano humano. El soneto V, gira en torno al amor (el cual tiene cierto paralelismo con el mito grecolatino de Dido y Eneas) al que dedica la mayor parte de su producción, y que sirve para la expresión de una profunda vibración de lo sentido. Sin embargo, aunque el soneto V es amoroso, se refiere al amor no correspondido, truncado por la muerte, o el amor ideal. Y en ese aspecto, se puede sentir cierto pesimismo, motivado a la búsqueda permanente e inútil del amor imposible, el amor platónico
[5]. También se puede apreciar la admiración por la belleza femenina: “que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo”(…)

El soneto X*
, por su parte, contiene una carga existencialista. En ese aspecto, hay cierto dejo del barroquismo en su poesía, como las referencias a la muerte, del hombre que se siente abandonado por Dios, aunado a la decepción amorosa:¡Oh dulces prendas por mi mal halladas,dulces y alegres cuando Dios quería!Juntas estáis en la memoria míay con ella en mi muerte conjuradas/(…)

Entonces, según aprecio, los sonetos V y X, no reflejan una visión optimista de la vida, como presupone el Renacimiento. Quizás, ello se deba a que los grandes sucesos de su época
[6], desencadenan una concepción negativa del mundo y de la vida, donde priva el malestar, el descontento, la angustia y el desengaño, lo cual contrasta con el idealismo renacentista. La poética de Gacilaso, aún cuando está claramente enmarcada en el Renacimiento, se aparta mucho de éste, por lo menos en estos sonetos, ya que se aprecia el pesimismo, el desengaño, la desconfianza, en fin, concepciones contrarias al Renacimiento y más próximas a la barroca, cuando el poeta se sumerge en una oscuridad, como si una fuerza gobernara su destino (…) /verme morir entre memorias tristes /(…) y lo llevase por sendas de fatalidad: :/(…) llevadme junto el mal que me dejastes; /(…), en donde el dolor deforma cuanto le rodea y lo llena de amargura y desolación (…) y con ella en mi muerte conjuradas/(…).

A finales del siglo XVI y principios del XVII, comienza a observarse un cambio en las formas sencillas de este período, y se produce la Crisis del Renacimiento. Como consecuencia de ello surge el Barroco
[7], que supuso el abandono de la ideología renacentista, produciendo profundos cambios que alterarán la visión del mundo.

Contrastando los dos períodos, se puede definir el Renacimiento (1492-1598) como un período abierto, es decir, internacional, pagano, neo-clásico, italianizante y alegre. El Barroco (1598-1700) en tanto, es un período cerrado, nacionalista, hispanizante, cristiano, decadentista y de desengaño. En este período se produce el renacimiento de las letras clásicas y el énfasis en lo secular, lo pagano y lo humano, incorporando el Humanismo, donde se afirma la dignidad del hombre y su capacidad de superación, por medio de la razón, pero también el placer de las cosas terrenales, lo mundano, lo carnal, que se refleja en la cultura y en casi todas las artes
[8]. Es un arte contradictorio, de desorden y de incertidumbre. Sin embargo, no puede clasificarse de bueno o malo en sí mismo, sino producto del descontento con las formas del pasado. Tampoco, según Wellek, el término barroco, puede ser reducido a un período o estilo específico, debido a que puede ser determinado tanto por el estilo, por una parte, y por las categorías ideológicas o actitudes emocionales, por otra, que al combinarse manifiestan una definida visión del mundo.[9]

En ese sentido, el barroco literario, en líneas generales
[10], siguen principalmente dos movimientos diferentes que recargan el estilo para conseguir mayor belleza o significación: el culteranismo y el conceptismo. Quevedo y Góngora son los máximos representantes de estos movimientos culturales.

Por un lado, el culteranismo se preocupa fundamentalmente por la forma, y sus recursos son el cultismo, perífrasis, metáforas, retruécano y el hipérbaton. Se utiliza sólo el verso con profusión de metáforas y el uso exagerado del hipérbaton. Se considera un arte de minorías por su lenguaje oscuro. Unos, como Quevedo, quien cultiva la crítica, proponiendo modelos de conducta, tienen un sentido pesimista y sus obras tratan sobre la vanidad y lo transitorio de las glorias humanas; otros, como Góngora, dan mucha importancia a las formas artísticas.

El conceptismo, por su parte, y cuyo mayor representante fue Francisco de Quevedo Villegas (1580-1640), profundiza en el sentido o concepto de las palabras, ponen más énfasis en el fondo y las palabras, en sus múltiples significaciones. Se utilizó en el verso y en la prosa. Se puede definir como una agudeza mental que da preferencia a las ideas. Sus recursos frecuentes son las metáforas, no para embellecer, como el culteranismo, sino para impresionar la inteligencia en la utilización de una misma palabra con significados diferentes, o decir mucho con pocas palabras. El estilo es breve y conciso, que se logra mediante la elipsis, antítesis, frases o ideas, con el fin de agudizar la mente.
En ¡Cuán frágil es la vida!, Quevedo desarrolla la idea de la brevedad de la vida y su carácter pasajero. Aunque fue una idea que tocan todos los poetas desde la Edad Media; en la época barroca conduce a un sentimiento de desolación y desengaño. Sobre todo por una visión pesimista sobre la vida breve y fugaz: “(…) ¡Cómo de entre mis manos te resbalas!/ ¡Oh, cómo te deslizas, edad mía!(…)”, donde el hombre es un ser aquejado de miserias y pasiones, y cuyo fin es la muerte. La renuncia sólo puede resolverse con la muerte. Hatzsfeld le llama el concepto barroco del tiempo-eternidad, que es fundamental en el ser del hombre barroco.( Hatzfeld: 116)
Sonetos de ¡Cuán frágil es la vida! de Quevedo

CONOCE LA FUERZA DEL TIEMPO Y EL SER EJECUTIVO COBRADOR DE LA MUERTE
¡Cómo de entre mis manos te resbalas!

¡Oh, cómo te deslizas, edad mía!

¡Qué mudos pasos traes, oh muerte fría,

pues con callado pie todo lo igualas!

Feroz, de tierra el débil muro escalas,

en quien lozana juventud se fía;

mas ya mi corazón del postrer día

atiende el vuelo, sin mirar las alas.

¡Oh condición mortal! ¡Oh dura suerte!

¡Que no puedo querer vivir mañana

sin la pensión de procurar mi muerte!

Cualquier instante de la vida humana

es nueva ejecución, con que me advierte

cuán frágil es, cuán mísera, cuán vana.



REPRESÉNTASE LA BREVEDAD DE LO QUE VIVE Y CUÁN NADA PARECE LO QUE SE VIVIÓ

¡Ah de la vida! ¿Nadie me responde?

Aquí de los antaños que he vivido;

la fortuna mis tiempos han mordido;

las horas mi locura las esconde.

¡Que sin poder saber cómo ni adónde,

la salud y la edad se hayan huido!

Falta la vida, asiste lo vivido

y no hay calamidad que no me ronde.

Ayer se fue, mañana no ha llegado,

hoy se está yendo sin parar un punto;

soy un fue, y un seré y un es cansado.

En el hoy, y mañana, y ayer, junto

pañales y mortaja, y he quedado

presentes sucesiones de difunto.

Los anteriores sonetos reflejan el espíritu del hombre del barroco, quien expresa la desconfianza, el desengaño, y la conciencia de una vida breve y del tiempo devorador. Por ello, el hombre del barroco, casi siempre, se refugia en lo pagano, lo mundano, lo humano en el placer de las cosas terrenales, lo carnal y lo placentero, como una manera de expresar su sentimiento de abandono, sin dejar de lado la preocupación moral, lo que significa su actitud emocional ante la vida, con un dejo de melancolía, pero en un sentido amplio, como una visión del mundo que le rodea.

A manera de conclusión, las diferencias entre el Renacimiento y el Barroco, pudieran centrarse en la visión que se tiene del mundo, es decir, optimista o pesimista, respectivamente. Con respecto a las clasificaciones, Wellek dice que: “Probablemente sea necesario abandonar los intentos de definición del barroco en términos puramente estilísticos. Hay que reconocer que todos los artificios estilísticos pueden aparecer en casi todas las épocas.” (Wellek: 84). ¿Es posible, entonces, reconocer “el alma barroca” entre Garcilaso y Quevedo? Siendo ambos de épocas diferentes, no obstante, se observa en sus poesías cierta unificación de la sensibilidad, lo cual es estimable en todo poeta, donde ocurre una suma de lo emocional y lo intelectual. Gacilaso y Quevedo nos muestran, cada uno en su estilo y época, una visión compartida con un trasfondo metafísico ¾ equivalente al claroscuro que se aprecia en la plástica y en el teatro en la “mutua elucidación de las artes”; a ese aspecto se refiere H. Hatzfeld como “el espíritu de época”, y que es necesario para comprender el barroco.

En ese sentido, según mi apreciación, y de acuerdo a lo expresado por Wellek, en cuanto al problema de enmarcar a un autor dentro de un período o estilo determinado, o definir cada período
[11], Gacilaso no pareciera encajar en la concepción general del pensamiento renacentista, lo que hace pensar ( y constituye una disgregación de mi parte) con relación a si Gacilaso, que indiscutiblemente es del Renacimiento, no fue más bien un adelantado, que lo acerca más al Barroco. Tal apreciación proviene de lo que hemos venido diciendo sobre el barroco, de manera reiterada por Wellek. También es importante lo que al respecto dice H. Hatzfeld: “Es sabido que las nociones ideológicas sobre la vida correspondientes a una determinada época se manifiestan de modo análogo en los motivos literarios y plásticos: las formas internas de cultura, conceptuales y fundamentales, se exteriorizan a través de medios diferentes, pero con recursos estilísticos similares, desde el momento en que las humanas actitudes y las respuestas simbólicas a los misterios de la vida han de encarnar necesariamente en signos verbales e iconográficos paralelos” (Hatzfeld: 108), lo cual concuerda con lo dicho por Wellek.

Es importante, entonces, también considerar, digamos “la vigencia” de ese espíritu en nuestra época; tal apreciación proviene de una sensación de paralelismo con la inconsistencia del mundo actual, la desesperanza, la melancolía, y en fin, por la sensación de abandono; lo que significaría que el espíritu barroco corresponde más que a una época, a una visión del mundo en el que cada quien vive, y que como en el pasado, sirve para justificar cierta sensibilidad artística que mitigue las tristezas de la vida, y principalmente, el horror de la muerte y la certeza de lo ínfimo del ser.

Las principales diferencias entre el Renacimiento y el Barroco en España serían:
Renacimiento.

Grandeza de España
Españoles seguros de sí mismos y de su importancia en Europa
Visión optimista de la vida
El hombre como centro ideológico; valoración de la vida terrena. Antropocentrismo.
Confianza en la bondad de la naturaleza.
Entusiasmo por lo natural y espontáneo.
Serenidad (Locus Amoenus), equilibrio y elegancia en el estilo y en el contenido
Barroco
Decadencia española
Desconfianza y desengaño
Visión pesimista: el hombre es un ser aquejado de miserias y pasiones, cuyo fin es la muerte.
Vida breve y fugaz (Quevedo: “vivir es ir muriendo”).
La muerte y la escasa valoración de lo humano como centros ideológicos. Teocentrismo.
Desconfianza por los impulsos naturales del hombre.
Gusto por lo cuidadosamente elaborado, por los retorcimientos de estilo.
Efectismo: contrastes violentos, artificiosidad, dinamismo y complicación con el interés de impresionar.
Se mezcla lo trágico y lo cómico, lo bello con lo feo, lo religioso y lo profano
Tendencia a lo hiperbólico.
Bibliografía
Wellek, R. (1968. Conceptos de crítica literaria. Caracas: Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela.
Hatzfeld, H.( 1964).Estudios sobre el barroco. Ángela Figuera (trad.). Madrid: Gredos, Biblioteca románica hispánica.
Electrónicas. Barroco. Recuperado de
http://roble.cnice.mecd.es/~msanto1/lengua/1barroco.htm(02-02-2007)Garcilaso de la Vega. Sonetos. Recuperado de http://www.garcilaso.org/obras/sonetos.htm(31-01-2007)El barroco. Sonetos de Quevedo. Recuperado de http://roble.cnice.mecd.es/~msanto1/lengua/1barroco.htm( 31-01-2007)
Notas:[1] Como ambos períodos son muy extensos de explicar, me centraré en los sonetos de Garcilaso De La Vega y de Francisco de Quevedo, para revisar aspectos presentes en sus textos que dan cuenta del sentir de cada período.[2] Aunque sus precedentes se encuentran en los siglos XIV y XV y sus influencias se dejan notar en el XVII.[3] El período empieza con el poeta Garcilaso de la Vega (1501-1536) y termina con el dramaturgo Pedro Calderón de la Barca (1600-1681).[4] Es el prototipo del caballero renacentista, es decir, soldado, cortesano y poeta.[5] Posiblemente el de Isabel Freyre, dama del cortejo de la reina Isabel, casada con Carlos V, su amor imposible, y quien le sirve de musa en muchos de sus poemas.[6] Garcilaso vivió en pleno descubrimiento del Nuevo Mundo; una época en que la Reforma protestante convulsionaba Occidente y España, donde se vivía mucha inestabilidad política, (sobre todo por la muerte de Isabel de Castilla en 1504, y las luchas de poderes).[7] El término “Barroco” según Wellek, proviene de baroco, nomenclatura de los silogismos. Wellek, René: Conceptos de critica literaria:61Otros consideran que se formó por el cruce de dos palabras: “barroco” (en portugués: “perla irregular”) y “barocco” (en italiano: “razonamiento retorcido”). Tenía un matiz peyorativo; hoy designa la cultura característica Barroco. Recuperado de http://roble.cnice.mecd.es/~msanto1/lengua/1barroco.htm(02-02-2007)[8] Según Wellek, Wölfflin fue el primero en trasladar él término barroco a la literatura, que se extendió por casi toda Europa, con algunas excepciones en Francia, quien lo había rechazado. Wellek, René: Conceptos de critica literaria: 71[9] “El término barroco es mucho más aceptable, me parece, si tenemos en mente un movimiento europeo general cuyas convenciones y estilo literario pueden ser descritos de modo bastante concreto, y cuyos límites cronológicos pueden ser determinados con bastante exactitud, desde las últimas décadas del siglo XVI hasta mitad del siglo XVIII, en unos cuantos países”. Wellek, René: Conceptos de critica literaria: 78-79.[10] “ El barroco literario como estilo literario internacional es de altísimo valor estético y no se puede identificar con sus propios excesos, secentismo, conceptismo, marinismo, culteranismo o preciosismo, teniendo en cuenta, sobre todo, que dichas formas, desprovistas en sí mismas de sentido, se limitan a repetir figuras estilísticas tradicionales o medievales, conocidas desde el tiempo de los trovadores, de Petrarca y Cariteo, y que después del Renacimiento, no revelan ya, la mayoría de las veces, sino falta de disciplina” (Hatzfeld, Helmut. Estudios sobre el barroco, págs.125-126)[11] “…se ha asociado el barroco con razas determinadas, con clases sociales, con organizaciones confesionales, o con un movimiento político y religioso(…)”Wellek, René: Conceptos de critica literaria: 84).





* Composición poética que consta de catorce versos endecasílabos distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos. En cada uno de los cuartetos riman, por regla general, el primer verso con el cuarto y el segundo con el tercero, y en ambos una misma consonancia. En los tercetos pueden ir ordenados de distintas maneras. La estructura del poema es de ABBA ABBA CDC DCD; con versos endecasílabos y rimas consonantes, siguiendo el esquema del soneto utilizando los versos al estilo italiano. El soneto presenta una acentuación rítmica de tipo sáfico (acentos en 4.ª, 8.ª) en los dos primeros cuartetos, mas el juego rítmico en los tercetos, Garcilaso utiliza ritmo heroicos (versos 11 y 12) y finaliza con el ritmo sáfico con el que empieza el soneto.

Soneto X de Garcilaso:
"¡Oh-dul-ces-pren-das-por-mi-mal-ha-lla-das, 11 A 2ª 4ª y 10ª
dul-ces-y_a-le-gres-cuan-do-Dios-que-rí-a, 11B 4ª, 6ª y 10ª
jun-tas-es-táis-en-la-me-mo-ria-mí-a 11B 4ª, 8ª y 10ª
y-con-e-lla_en-mi-muer-te-con-ju-ra-das! 11A 3ª, 6ª y 10ª
¿Quién-me-di-je-ra,-cuan-do-las-pa-sa-das 11A 4ª, 6ª y 10ª
ho-ras-qu’en- tan-to-bien-por-vos-me-ví-a, 11B 4ª y 10ª
que-me_ha-bia-des-de-ser-en-al-gún-dí-a 11B 3ª, 9ª y 10ª
con-tan-gra-ve-do-lor-re-pre-sen-ta-das? 11A 3ª, 6ª y 10ª
pues-en-u-na_ho-ra-jun-to-me-lle-vas-tes 11C 4ª, 6ª y 10ª
to-do_el-bien-que-por-tér-mi-nos-me-dis-tes, 11D 3ª6ª y 10ª
lle-vá-me-jun-to_el-mal-que-me-de-jas-tes; 11C 4ª, 6ª y 10ª
si-no,-sos-pe-cha-ré-que-me-pu-sis-tes 11D 2ª 6ª y 10ª
en-tan-tos-bie-nes-por-que-de-se-as-tes 11C 4ª y 10ª
ver-me-mo-rir-en-tre-me-mo-rias-tris-tes. 11D 4ª, 5ª, 8ª y 10ª