martes, 2 de enero de 2007

La irreverencia de Macedonio,Borges y Piglia





“Un estudio preciso y fervoroso de los otros géneros literarios, me dejó creer que la vituperación y la burla valdrían necesariamente algo más.”
Borges: Arte de injuriar


La irreverencia vanguardista de Macedonio, Borges y Piglia
(FEB-2006)


Macedonio, Borges y luego Piglia[1], sin duda han dejado de manera significativa su marca en la literatura contemporánea. Los deseos de cambio y renovación, cada uno en su época, marcaron, junto a muchos escritores, un nuevo rumbo en la producción literaria latinoamericana, para ponerla en sintonía con las nuevas tendencias literarias y con los cambios políticos y sociales (guerras y postguerras). Esas tendencias debían estar en concordancia con la actualidad mundial, pero sin subordinaciones. A este respecto es importante lo que añade Borges que es fundamental, y hasta presagiador: la posibilidad del escritor sudamericano de innovar en la cultura occidental, y que le permita “manejar todos los temas europeos”, “sin supersticiones”, “con una irreverencia que puede tener, y ya tiene, consecuencias afortunadas" ( El escritor argentino y la tradición) Así, el relato da un giro contrario al sentido realista o costumbrista del siglo XIX[2], y se anima a las nuevas influencias, que por demás eran inevitables, y se pone en consonancia con las nuevas propuestas contemporáneas (entre ellas el boom Latinoamericano) que permiten entrever lo local y nacional de las naciones de América, a través de lo cosmopolita o universal.
Ante el nuevo estado de cosas y las nuevas corrientes literarias en el mundo, Latinoamérica no podía permanecer inmune, y surgen muchas voces. De esa insubordinación, a la que alude Borges, nacen precisamente Borges, Macedonio y Piglia, posteriormente. Tienen en común muchas cosas. Son escritores que operan como ¨lectores que escriben¨ y convierten a la escritura en una máquina ficcional desde la que se mira al mundo detrás de su apariencia real. Y precisamente, desde esa sospecha, en Latinoamérica surgen géneros tales como el realismo mágico, la no-ficción o la nueva novela histórica, lo fantástico-maravilloso, en los que se emplean procedimientos tales como la parodia, la ironía, el humor, la denuncia, el testimonio o la entrevista, entre otros, como base del relato y cuya lectura en clave simbólica que, a medida que se va desentrañando, plantea preguntas y reflexiones sobre el ser humano. En el fondo, es una propuesta de la comprensión de la nueva narrativa como problematización de lo real, superando la idea tradicional del relato, específicamente la novela, como un reflejo o “distracción” de la realidad. Es decir, en un sentido vanguardista, se trata de producir un desplazamiento y provocar un movimiento contra-hegemónico, que desterritorializa los límites y la ruptura con los cánones literarios tradicionales establecidos.

Las paradojas de Macedonio, los acertijos y laberintos de Borges y la inquietud de Piglia, por ejemplo, ponen en evidencia esa nueva realidad y una sospecha sobre lo que es real o no, y lo que es verdad o invención. Esto conlleva que sus obras se vean afectadas en todos los planos que las integran: la construcción narrativa, los temas, los personajes y las acciones. Piglia sintetiza esta nueva visión así: "La novela reproduce, interioriza y transforma las ficciones sociales y ese es el modo en que la literatura se liga con lo social y político” (Critica y ficción:10) Por ello Piglia trabaja la literatura en esa relación específica de la ficción con la verdad, porque considera que “la realidad está tejida de ficciones” y “Las relaciones de la literatura con la historia y con la realidad son siempre elípticas y cifradas. La ficción construye enigmas con los materiales ideológicos y políticos, los disfraza, los transforma, los pone siempre en otro lugar.” (Critica y ficción: 14) En resumen son propuestas de lecturas de textos en cortes transversales, fragmentos que el lector debe relacionar y que promueven la discusión entre varios discursos en busca de una verdad que se manifiesta y desarrolla justo por sus contradicciones.

La literatura requiere nuevas formas bajo una nueva realidad y el escritor está obligado a reconocer esos cambios y llevarlos al discurso como una alternativa contra el discurso dominante, como dice Piglia que, del mismo modo que existe una máquina de narrar estatal, que construye un discurso dominante, el discurso de poder, es posible identificar una serie de discursos sociales circulantes, que representan un contra-relato, un discurso del orden de la disidencia y el escritor es aquel que sabe escucharlos y transcribirlos, o bien inventarlos y plasmarlos bajo la forma de la literatura (Conferencia “Tres propuestas para el próximo milenio y cinco dificultades”, Habana 2000)[3]

Con respecto a los discursos sociales circulantes, Borges lee esas señales y las plasma en sus relatos y ensayos. En el Arte de injuriar, por ejemplo, dice: “El polemista no es menos convencional. Por lo demás, ya las recetas callejeras de oprobio ofrecen una ilustrativa maquette de lo que puede ser la polémica” (OC: 419)

Dentro de ese laberinto social entretejido con el poder y literatura, la ficción contemporánea, un discurso que no es verdadero ni falso, debe ser, necesariamente, una apuesta por la irreverencia, las lecturas deconstructivas, el juego paródico, el rechazo de las versiones oficiales, la pulsión reflexiva y metaficcional, las nuevas exploraciones en el amor y el erotismo, así como la duda y el escepticismo, mediante una estética de la irreverencia, la desmesura y lo irónico; es un cambio en los modos de ficcionalizar la memoria colectiva de las concepciones dominantes establecidas.

A través del Museo de la novela de la Eterna de Macedonio, de la obra de Borges, y El nombre falso de Piglia, podemos percibir la ironía y la parodia implacables que comienza a ejecutar el vanguardismo contra los modos racionales de comportamiento de las representaciones burguesas de lo real, “que se vale de términos laudatorios para agredir”, o “verbos burocráticos” y “palabras áridas” como diría Borges (Arte de injuriar: 420) Otro modo contra esa racionalidad, es la utilización de la incongruencia como recurso el cual consiste en la alteración del orden lógico y temporal y de los principios de unidad e identidad (Piglia, Ricardo.Diccionario de la novela de Macedonio Fernández:97) que aplican estos tres autores en sus relatos, que son verdaderos desafíos a la racionalidad y que en muchos casos provocan irritación y desconcierto ( es una “lectura de irritación” dice Macedonio).

Encontramos también, la alteración de la sintaxis (sintaxis de la oralidad macedoniano), textos que contienen otros textos, los plagios, los apócrifos, una armazón paratextual, como citas y notas al pie de página, el intratexto (registro interior, una invención del propio texto) para configurar lo planteado por Piglia, que también lo pensaba Macedonio: la idea de la escritura como versión, como un texto que no es original ni definitivo, sino una versión como ensayo, como narrativa de cruces, de falsificaciones, es decir, no hay obra en sí, sino versiones. Macedonio considera que se debe poner atención es al acto de escribir, y no en el resultado, porque el arte no está en la obra en sí, según cree, sino en su proyecto, por lo tanto éstos pueden contradecirse.
Mediante esta nueva visión, se propone las versiones alternativas de hechos y personajes del pasado, y a situar en el centro de la escena narrativa otras perspectivas y personajes olvidados, “la versión de los vencidos”, el sub-mundo de los perdedores, y así, cuestionar por medio de la reflexión, algunas viejas certezas, y falacias, acerca del conocimiento del pasado (o sobre el futuro) Con estas propuestas metaficcionales (representando desde la ficción) la literatura llega a ser disidente, y presentarnos versiones alternas respecto de las versiones oficiales o hegemónicas, mediante el cuestionamiento.
La disidencia en la literatura se presenta como una irreverencia que representa un caos, un estado de pensamiento animado por el impulso de transgredir los límites de los sistemas clásicos y de todo lo establecido, para invertir los valores tradicionales.[4] De allí que se aparezca un Borges que se atreve a contar la Historia de la eternidad, y refutaciones del tiempo, estereotipos, brújulas, bifurcaciones, inmortales y milagros. Estas nuevas visiones sobre la realidad generan necesariamente opiniones encontradas, donde predomina el supuesto “propósito desrealizador “, dice Alazraki, (La prosa narrativa de Borges: 84) refiriéndose a Borges, pero que se puede extender a todo aquel que se atreve a invertir los valores.

El caos en las teorías contemporáneas ofrece la posibilidad de escapar de las estructuras coercitivas de orden que han caracterizado las diferentes disciplinas científicas o filosóficas y de los cánones establecidos. Pero, paradójicamente, ha sucedido que el supuesto caos ha sido más fecundo que el orden, porque se prefiere la incertidumbre antes que lo predecible; o la fragmentación antes que lo acabado y orgánico.
Por ello encontramos la fragmentación y cortes transversales que utiliza Macedonio, los relatos de Borges y Piglia, y percibimos como si hubiera una ausencia de un orden coherente, incompatibilidades, y lo que realmente se propone es la lectura con lupa de la letra pequeña, el recelo hacia toda clase de discurso autoritario o de pensamiento monolítico, en un deslizamiento constante entre lo culto, lo popular y lo masivo, lo nacional y lo mundial. Detrás de las aparentes narraciones sin forma, sin pretensiones de estilo, sin argumentos o personajes, como se les ha acusado, persiste una reflexión, incluso filosófica, sobre el acto narrativo, que ya no sólo obedece a razones estéticas, sino a los procesos sociales en los que se ve envuelto el escritor.
Para el escritor, narrar ahora, en circunstancias políticas o económicas extremas (y las religiosas) son desafíos al poder desde el arte y la literatura (una de las formas en que Piglia denuncia la dictadura es por medio de la intertextualidad), por ello utiliza recursos como la parodia, el remedo, la ironía, la crítica, la actitud lúdica, y la cita de otros autores para que sus voces resuenen (sin privarse de un final sorprendente en el que todos los elementos se acomodan) contra “la banalidad portentosa de la censura”[5], y que funcionan como medios de resistencias a las pretensiones totalizadoras.
Por su parte, Piglia propone el ensayo que promueve el debate de ideas, como hiciera Borges y Macedonio, como medio de producir ficción, de “los conflictos de posiciones” en donde la razón y la pasión se mezclan y producen una tensión narrativa que permitan hacer unas cuantas reflexiones sobre las miserias (y grandezas) del ser humano, aunque “una vindicación elegante de esas miserias puede invocar la tenebrosa raíz de la sátira”[6]. Así se van mezclando la tragedia y la irreverencia, como un camino de indagación y superación del dolor, del miedo y el terror, mediante la ironía, la insinuación o la sátira y el humor. Ante un nuevo orden de cosas, la realidad está siempre bajo cierta sospecha, del complot, por ello su literatura representa una opción anti-rrealista, que es la irreverencia con respecto a lo canónicamente esperable.
La nueva utopía americana es ir contra los cánones literarios establecidos, y en ese proceso se inscriben Macedonio, Borges, y ahora Piglia. Los nuevos cuentistas se empeñan en cambiar las representaciones canónicas de la tradición literaria [7]. Son irreverentes en la medida en que van tejiendo otra realidad a partir de los desechos de la realidad imperante. La parodia, la ironía, la provocación, el oxímoron, la alegoría, son utilizados para negar, contradecir y refutar. Así, ver al otro en uno mismo como nuestro doble, cuerpos sin conciencia, laberintos, identidades falsas, novelas sin fin ni principio, la desidentificación del ser[8], características resaltantes en sus obras, irrumpen en el ámbito literario y crea una nueva forma de ver la realidad que no pasa desapercibida en las nuevas tendencias ( o por lo menos se ofrece como alternativa para la vindicación de sus causas)

Y en ese proceso también contribuye el lector moderno, que ya no es inocente ni desprevenido, como ya lo pensaba Macedonio, es decir, “evitar que el lector crea”, y que debe estar consciente que la obra sólo puede cotejarse consigo misma, de modo que todo lo que contenga es válido. Pero como dice Piglia: “Cada uno es dueño de leer lo que quiere en un texto. Bastante represión hay en la sociedad” , un lector comprometido con lo que lee.
La irreverencia en la literatura de estos escritores es, en resumen, el trabajo con lo que se supone que “no se puede hacer” (Critica y ficción:18)




PD: “ Fueron tanto los que faltaron que si falta uno más no cabe” (Macedonio Fernández)

BIBLIOGRAFÍA, REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Y ELECTRÓNICAS

-Alazraki, Jaime. La prosa narrativa de Jorge Luis Borges.Madrid:Editorial Gredos, 1974.
-Fernández, Macedonio. Museo de la novela de la Eterna.Caracas: Biblioteca Ayacucho,1982.
-Obras completas de Jorge Luis Borges. Buenos Aires: Emecé Editores, 1974.
-Piglia, Ricardo. Crítica y ficción. Barcelona,España:Editorial Anagrama, S.A.,1986.
- - - Diccionario de la novela de Mcedonio Fernández.Buenos Aires: Fondo de cultura económica de Argentina, S.A.,2000.
Electrónicas
- Castillo, Carolina.UNMP. Manuel Puig y la novela de la conversación. Recuperado de http://www.ucm.es/info/especulo/numero28/narvang.html (Feb.2006)

-Pacheco, Carlos.Reinventar el pasado, la ficción como historia alternativa de Hispanoamérica.1997. Recuperado en http://www.ciudadseva.com/obra/2000/cp01/cp01.htm (Feb.2006)

-Rodríguez Fernando, Mario. Antología de cuentos hispanoamericanos Chile, Editorial Universitaria, 21 edición 1998. Recuperado de http://www2.udec.cl/~docliter/biblio/cuentos.htm(Feb. 2006)
[1] El árbol genealógico sería así: Valéry engendró a Macedonio, quien engendró a Borges, y éste engendró a Ricardo Piglia.
[2] Es una inversión de la propuesta ideológica dominante en los relatos del siglo XIX, cuando lo americano era lo bárbaro, lo degradado, marcado por la violencia, que debían ser reformados o exterminados por el espíritu civilizador proveniente de Europa.

[3] Carolina Castillo.UNMP. Manuel Puig y la novela de la conversación. Recuperado de http://www.ucm.es/info/especulo/numero28/narvang.html (Feb.2006)
[4] Nietzsche ya había comenzado a hacer lo propio mucho antes. (fines s. XIX) luego, muchos otros como J.P.Sartre y Albert Camus.
[5] Borges.OC, Arte de injuriar: 422.
[6] Borges.OC, Arte de injuriar:422
[7] “Los nuevos cuentistas se empeñan incesantemente en carnavalizar las representaciones canónicas del cosmopolitismo y del americanismo, tal como aparecen en la tradición literaria, histórica y política de Latinoamérica; en última instancia, la tentativa debe entenderse como una desconstrucción del poder. : “los totalitarismos, las utopías esclavizantes, los discursos falaces con que el poder se legitima”. Pacheco,Carlos.Reinventar el pasado, la ficción como historia alternativa de Hispanoamérica.1997.

[8] Efecto de desidentificación de Macedonio. Es contrario al efecto de alucinación o de creencia en el mundo representado que busca la literatura realista. Consiste en conmover al lector en su certidumbre de ser, de su continuidad personal. (Piglia,Ricardo. Diccionario de la novela de Macedonio Fernández: 36)

lunes, 1 de enero de 2007

El panteísmo borgeano


Noción panteísta de Borges vista a través de los cuentos El acercamiento a Almotásim y Los teólogos
(Nov-2005)


En la narrativa de Borges se pueden encontrar algunos temas que suelen ser recurrentes, pues conforman su idea de que la literatura se basa en unas cuantas metáforas. Las nociones panteístas de que “todo está en todas partes y cualquier cosa es todas las cosas “, y “cualquier hombre es todos los hombres”, refiere una visión del cosmos, creado o soñado por “alguien”, que se convierte en un caos imposible de comprender o explicar en el limitado universo del lenguaje, por lo cual la realidad solo puede ser expresada en símbolos, que es la representación de ese caos.
En el relato El acercamiento a Almotásim se plantea la existencia de una novela policial, la primera escrita por un nativo de Bombay. El narrador, simulando que tal novela existe, procede a ofrecer un resumen. Dentro de esa novela, un estudiante de derecho, “de un golpe”, en medio de gente de la clase más vil, percibe en uno de ellos cierta ternura y exaltación, y se obsesiona en encontrar al hombre llamado Almotásim, y emprende una búsqueda frenética que le toma años. Después de las vicisitudes de esa peregrinación, el estudiante llega a una galería y al preguntar por Almotásim, una voz, desde el fondo resplandeciente, lo insta a pasar. Abruptamente concluye el relato; sin embargo se agregan unas notas aclaratorias al pie de página donde se propone la solución del enigma. A través del poema Mantiq al-Tayr (coloquio de los pájaros), se narra cómo los pájaros se abocan a encontrar el Simurg, rey de los pájaros; al llegar a la montaña lo contemplan y perciben que ellos son el Sirmurg y que el Sirmurg es cada uno de ellos y todos.
Luego, en otra nota final, se establece la relación del poema con la novela que resuelve la incógnita: las analogías pueden significar la identidad del buscador y del buscado. El estudiante consigue a Almotásim, pero descubre que el hombre que estaba buscando y él son una misma persona. Se establece una inversión de roles donde la identidad del buscado se confunde con la del buscador.
Allí se introduce la idea panteísta de que un hombre es todos los hombres, reflejada en la nota dentro de la nota en la declaración de Plotino del principio de identidad: Todo en el cielo inteligible, está en todas partes. Cualquier cosa es todas las cosas. El sol es todas las estrellas y cada estrella es todas las estrellas y el sol. El relato también infiere que hay una voluntad externa y desconocida que mueve los destinos del hombre y, como en un juego de ajedrez, va moviendo las piezas con soluciones insospechadas. Ese final insospechado sugiere un desplazamiento en el tiempo donde el estudiante fue el Almostásim anteriormente y en el presente hipotético es el estudiante que olvidó su pasado.
Por otro lado, la búsqueda emprendida por el estudiante y su peregrinación, llena de dificultades, pudiera verse como una etapa de iniciación mística para el encuentro con Almotásim, quien tiene “su algo de símbolo” y “es emblema de Dios”( Las implicaciones religiosas en el relato, donde se confrontan el islam y el hinduismo, Borges declara una intención de mostrar el valor estético de las doctrinas religiosas en las posibilidades literarias) Al ser el Almostásim un reflejo del “Todopoderoso está en busca de Alguien, y ese Alguien superior”, imprescindible e igual, denota un tiempo sin fin que circula en forma cíclica donde unas veces el estudiante puede ser Almotásim, como un eterno retorno. Es lo mismo planteado por Heráclito: la vida es un continuo fluir circular en el que al cabo de un tiempo los hechos vuelven y se repiten. Las sugerencias a ese desplazamiento en el tiempo o el espacio del personaje están inscritas en el resumen de la obra en la edición titulada “Un juego de espejos que se desplazan”, dentro del mismo relato. Igualmente, cuando el estudiante atraviesa dos vías ferroviarias, o “dos veces la misma vía”, sin la certeza de la realidad de su propio desplazamiento. Entonces, si el Almotásim es un emblema de Dios, y el estudiante es el Almotásim, eso pudiera significar que el estudiante es un Dios, unitario, que se acomoda a las desigualdades humanas y lo acompaña en sus búsquedas hasta que se encuentran cara a cara. Es una sinécdoque, donde una parte es tomada como el todo, un hombre es todos los hombres y es Dios.
Por su parte, en el relato Los teólogos, se plantea una temática similar de la noción panteísta que postula la misma idea de que “cualquier hombre es todos los hombres”. Los teólogos romanos Aureliano y Panonia se enfrentan en una batalla secreta contra las herejías. Unos, los monótonos, afirman que la historia es circular y el tiempo es cíclico; los ortodoxos, quienes enseñan que la tierra es cuadrangular, y los histriones quienes dicen que todo hombre es dos hombres y que el verdadero es “otro”, que está en el cielo. En la pugna por imponer sus doctrinas, Aureliano acusa a Panonia de hereje y éste es ejecutado en la hoguera porque las posturas teológicas han cambiado –otra vez, las piezas del ajedrez- y lo que antes combatían, ahora se convierte en la nueva ortodoxia oficial. En un giro- jugarreta de un destino inexorable- las posturas nuevamente cambian y Aureliano muere como había muerto Panonia, por justificar el dictamen que lo había llevado a la hoguera. Al llegar al reino de los cielos, Dios lo habría tomado por Panonia. Aureliano comprende que él y el otro, el ortodoxo y el hereje, formaban una misma persona.
Nuevamente encontramos el planteamiento panteísta de la dualidad y la identidad. En el reino de los cielos, para la divinidad, cualquier hombre es todos los hombres. Dios confunde a ambos hombres porque para él las diferencias religiosas no diferencian a los hombres, y poco le interesan. Las identidades han sido confundidas y el acusador y el acusado, víctima y victimario, son una misma persona. Hay una propuesta de identidad única y universal, que es la aceptada por Dios, en cuyo reino no existe el tiempo, y para él, lo que hace un hombre es como si lo hicieran todos los hombres del mundo físico: “el tratado, límpido, universal; no parecía redactado por una sola persona concreta, sino por cualquier hombre, o quizás, por todos los hombres”. ( Los teólogos, pág. 552)
Borges plantea en ambos relatos su cosmovisión con relación a las teologías de todos los tiempos y el desempeño del hombre en la historia. La reescritura de los tratados antiguos, conocidos o apócrifos, nos obliga a ver en el texto un palimpsesto [1] , en donde dichas escrituras se influyen mutuamente. Borges ve, como Plotino, que al cabo de los siglos, todas las cosas recuperan su estado anterior y que la historia es un círculo, o un laberinto. Algunos planteamientos a lo largo del relato reiteran la idea de ese tiempo circular: “ Agustín había escrito que Jesús es la vía recta que nos salva del laberinto circular en que andan los impíos...” que pertenece al mundo de los hombres y es causa de su perdición, por ello está condenado a ese viaje circular donde Judas volverá a vender al Señor, y es sacrificado muchas veces en infinitos mundos iguales. En los libros herméticos está escrito que lo que hay abajo es igual a lo que está arriba y viceversa, el mundo es un reflejo de un mundo superior. Por ello, tal vez Aureliano cuando ve el rostro de su enemigo el día de la ejecución le recordó al de alguien, pero no pudo precisar el de quién. Era su mismo rostro reflejado.
El narrador (Borges) recoge en el relato las doctrinas de cada fe y cómo ellas se mezclan y confunden, cambiando sus posturas. La que una vez rechazaron, ahora son defendidas. Los histriones, contaminados por los monótonos, fundaron su doctrina sobre una idea pervertida de que el mundo es reflejo del superior, por lo cual imaginaron que un hombre es dos hombres y que el verdadero es el otro, el que está en los cielos. Por ello Aureliano y Panonia mueren, porque solo muertos se unirán a él. También imaginaron que nuestros actos proyectan un reflejo invertido (aquí nuevamente la metáfora del espejo) que refleja una oposición, lo dual de las cosas, la ambivalencia de los opuestos: lo real y lo ficticio, lo bueno y lo malo, perseguido y perseguidor, traidor y traicionado, Aureliano y Panonia. Los elementos más dispares y contradictorios, el oxímoron preferido por Borges, son presentados como una unidad incuestionable. Aureliano era de los que afirmaban que el tiempo no tolera repeticiones, al llegar al paraíso, constata las paradojas de la fe.
Para Borges, la realidad, la historia universal, solo puede ser entendida por la ley de la causalidad, en una concatenación de causas y efectos, y esa idea recorre toda su obra.[2] Borges muestra su escepticismo y visión panteísta del cosmos de una manera erudita, mezclando textos reales (construye laberintos) como la Biblia cristiana y otros, así como supuestos textos apócrifos. Jaime Alazraki en su libro La prosa narrativa de Borges comenta que:“Este despliegue de erudición donde es imposible distinguir lo verdadero de lo falso sin previa verificación, es parte de la batalla por confundir al lector; confundirlo para esforzarlo a aceptar lo falso como verdadero, hasta impedirle definir la identidad de las cosas y hacerle sentir que todo puede ser todo(...) La estructura ensayística es parte del propósito desrealizador no sólo porque lo ficticio es presentado como real, sino también porque creemos leer un ensayo cuando lo que en realidad leemos es un relato fantástico.” (Alazraki: 84)
En conclusión, Borges destaca en sus relatos, a veces de manera solapada, otras de manera directa, la doctrina de Plotino del mundo como espectáculo de Dios; también se establece que ese Dios ha dejado su tarea a medio hacer: “Verdaderamente digo que Dios está por crear el mundo” [3], es decir, el mundo ni siquiera ha sido creado, porque ha sido relegada a un dios subalterno, sugiriendo la idea de que Dios ya ha muerto. Ahora bajo un esquema humano- el esquema de Borges- debe tratar de explicar su realidad, que está bajo un esquema divino.
La literatura es el vehículo que tiene Borges, el idealismo de todos los hombres, para expresar, medianamente, el caos de una realidad inexplicable donde el lenguaje se agota. Alazraki dice que: “Borges ha dedicado un ensayo a la idea, de prosapia panteísta, de que “una sola persona ha redactado cuantos libros hay en el mundo y de que todos los autores son un solo autor” y que “la historia de la literatura es la historia del Espíritu” (Alazraki: 87), por lo cual la pluralidad de los autores es ilusoria. Como lo infinito no puede ser explicado con el lenguaje finito de hombres, sólo los símbolos [4] (laberintos, espejos, etc.) la totalidad, lo general sobre lo individual, los arquetipos, permiten una representación microcósmica del universo.
La noción panteísta permite a Borges, a través de la literatura, mostrar el valor estético de las doctrinas, la metafísica, y su maravilla, quizás desprovisto del propósito teológico. Se supone que las implicaciones religiosas en sus relatos declara no tanto alguna vedada creencia por parte de Borges, sino el valor estético de las doctrinas religiosas en las posibilidades literarias del panteísmo, pero ¿Quién lo puede asegurar?

BibliografíaAlazraki, Jaime. La prosa narrativa de Jorge Luis Borges.1974.Madrid: Editorial Gredos, 1974.
Borovich, Beatriz. Los caminos de Borges. Buenos Aires: Editorial Lumen, 1999.
Obras completas de Jorge Luis Borges. Buenos Aires: Emecé Editores, 1974.[1].Estrategia literaria explicada ampliamente en el Apéndice VII El texto como palimpsesto, Lectura intertextual de Borges, en La prosa narrativa de Jorge Luis Borges, Alazraki, págs.428-456 .
[2] Cabe destacar que el tema que estudiamos en estos dos relatos están presentes en otros, tales como Las tres versiones de Judas y La forma de la espada, por ejemplo. También en El inmortal, Borges plantea una ética para inmortales cuyo principio es la noción panteísta de que la identidad individual se pierde para ser todos los hombres. Se niega el principio de identidad y se confunde el porvenir y el pasado.
[3] Los teólogos, pág. 554
[4] “El símbolo es una unidad sintética de sentidos entre dos polos opuestos, lo manifestado y lo oculto. El símbolo es una realidad cargada de valores, de emociones, de sueños, de ideales, de vida.” (...) “nace de una experiencia subjetiva pero pertenece al patrimonio colectivo y por eso es comunicable.”(...) remite a una imagen de naturaleza arquetípica” “(...)esencia y fenómeno encuentran su realización en el símbolo” . (...)“ la función del símbolo es según, Goethe, transformar la apariencia en idea y la idea en imagen”. Beatriz Borovich, Los caminos de Borges, pág.27







En busca de Klingsor





La ciencia y el mal
(JUL-2005)


El período de la segunda guerra mundial (1939-1945) fue una etapa de nuestra historia muy importante, ya que marcó a gran parte de la humanidad. Bajo el régimen de Adolfo Hitler, la historia adquiere un fondo lúgubre e insospechado para muchos: la esfera de la ciencia, específicamente la ciencia cuántica. Al finalizar la guerra, y tras la capitulación de Alemania, el físico Francis Bacon[1] es enviado a Alemania para encontrar a Klingsor, que es el nombre clave del físico encargado de los proyectos científicos, como la mecánica cuántica, y responsable de las estrategias científicas y bélicas del Tercer Reich, entre ellas, la bomba atómica alemana, y además, consejero de Hitler. Pero a Klingsor nadie lo conoce, o no quieren revelar su identidad, por eso la tarea de encontrarlo se convierte para Bacon en un trabajo detectivesco, de esa manera va de la física al espionaje. En esa misión, casi imposible, Bacon va descubriendo el mundo misterioso que se esconde detrás de la institución científica alemana y la vida de renombrados físicos y matemáticos, casi todos premios Nóbel. Las extrañas relaciones de poder basado en el conocimiento científico pone al descubierto la ruptura de toda lógica cuando un científico, como representante de la razón, se encuentra en un sub-mundo de intrigas, apoyado en la ciencia, para lograr la fabricación de la bomba atómica.

Historia, literatura: verdad, ficción. El escritor Jorge Volpi recurre a los encantos de la ficción para recrear una historia, mezcla de ficción y realidad. Recurre a la “verdad de la historia” para contarnos los secretos de la institución científica alemana, con personajes y documentos, algunos ficticios y otros reales. También maneja historias simultáneas integradas de manera lógica al mundo de la novela. Los acontecimientos se van enlazando a veces cronológicamente lineales, otras, de manera retrospectiva, a través de varias voces narrativas.
Así, la literatura toma espacio y le permite a Volpi adentrarse en temas más universales ( lo que le ha valido algunas críticas) para contar “su verdad”. Volpi reabre el debatido tema de la verdad en el discurso, el valor del documento y el discurso del poder narrado por los vencedores, en donde se pone de relieve la afirmación de que “la historia la escriben los vencedores”.
Es importante destacar en la novela En busca de Klingsor, lo que ha llamado Piglia la “Relación específica de la ficción con la verdad”(Critica y ficción, pág.10) y esa zona indeterminada en donde ambas se cruzan, como una manera de comprender las tramas de la ficción por medio de la literatura, pero también, descifrar la verdad escondida detrás de todo hecho. La literatura es una de las formas de acceder a esa verdad, que siempre es controlada por y desde el poder; y, en gran medida, lograr reconstruir, a través de la ficción, el "relato de los vencidos" que revele la realidad histórica verdadera, la otra cara de un hecho, donde “la ficción trabaja con la verdad para construir un discurso que no es ni verdadero ni falso... y en ese matiz indecidible entre la verdad y la falsedad se juega todo el efecto de la ficción” (Critica y ficción, pág.13); lo que significa que la literatura no se puede disociar de los hechos políticos y sociales.
En busca de Klingsor es un trabajo literario que podría interpretarse como la narración de lo posible en la novela, la cual funciona como el espacio para la reconstrucción de relatos en la búsqueda de la verdad, desde otra perspectiva, fuera del poder. Volpi se convierte en un investigador. Construye una novela de ficción, recurriendo a los hechos reales a través de documentos y a la propia historia de los hechos ( como él mismo acota en la nota final de la novela) Sin embargo, la verdad es una dimensión de lo posible, aunque no siempre la exactitud de los hechos, como dice Piglia. Porque, así como proclama la Teoría de la Relatividad de Einstein: “no existen tiempos y espacios absolutos”, tampoco hay verdad absoluta: “toda verdad proclamada es un acto de violencia, una simulación, un engaño”( En busca de Klingsor, pág.440) Nuestra obsesión por la verdad, en el fondo, es el deseo de la confirmación de nuestras propias convicciones.
Así, en la novela, en la persecución de esa verdad, se delata a la comunidad científica alemana, cuyos valores han sido trastocados por una razón equívoca bajo el imperio del poder del conocimiento.

La génesis del mal. A través de la investigación llevada a cabo por Bacon y Links (quien las dirige interesadamente), se van develando los secretos de los científicos de la institución científica alemana. Los documentos, a los que tienen acceso, le van mostrando no sólo los proyectos científicos, sino también las componendas políticas llevadas a cabo para desacreditar a otros científicos y a sus teorías. Por ejemplo, la figura pública de Einstein les resultaba incomoda a los científicos alemanes porque, según pensaban, “no sólo se dedicaba a revolucionar la vida científica, sino que estaba empeñado en apoyar el caótico régimen republicano que había aceptado la derrota alemana.”(pág.264), y que la difusión de la teoría de la relatividad no era más que propaganda política. Además de ello, la discusión científica la convirtieron en un problema racial y de xenofobia. Así, por la condición judía de Einstein, llevó a los nacionalistas alemanes a considerar la relatividad como una farsa, y todo ello a través de argumentos racionales. Finalmente, Einstein fue obligado a renunciar a la Academia por las presiones políticas para evitar mayores conflictos con los nazis, quienes lo consideraban un símbolo del poder judío. Igualmente, a los científicos que apoyaban las formulaciones científicas de Einstein los comenzaron a llamar “judíos blancos”. Por otro lado, los científicos alemanes hicieron cambios a algunas teorías a su conveniencia para mantener su estatus al lado del poder.
Observando los hechos históricos, uno se empeña en indagar para hallar las causas que originaron ese fenómeno de mezcla de ciencia con el nazismo. Es conocido el hecho de que Alemania ha desempeñado un papel contradictorio en el pensamiento occidental. Parece deleitarse en los extremos. Por un lado, es el país del milagro económico, al levantarse de las ruinas y alcanzar niveles de desarrollo destacados; y por otro, la que hizo posible la”Solución Final” (irónicamente, con mucha eficiencia) En esa tierra teutónica se dan simultáneamente pensadores, artistas, así como seres de naturaleza extraña; y donde subyace una obsesión por el ideal. Y, como se suele decir, el ideal es ideal en tanto es irrealizable, pero Alemania se empeña en hacerlo tangible. Klingsor[2] es una representación de ese ideal germánico, y cumplirlo significa apoderarse del saber y el poder a través de la ciencia.
Por otra parte, para comprender el surgimiento de las ideas del nacionalsocialismo, las cuales están muy ligadas a las estrategias científicas, es interesante descubrir en la novela Doktor Faustus, de Thomas Mann (1950), donde se relata cómo las corrientes de supremacía y control basado en los ideales alemanes de exclusividad y superioridad, y el antisemitismo, estaban latentes en la sociedad alemana mucho antes, incluso, de la llegada de Hitler al poder. En la novela, Mann destaca que la grandeza, la fe, la gloria, en fin, el alma de Alemania, no deja de estar asociada a un espíritu en constante lucha entre el bien y el mal. Thomas Mann plasma además consideraciones de tipo teológico asociado a la tentación de lo demoníaco, a lo irresistible de la provocación de profanar a la divinidad (Doktor Faustus, pág.152), es decir, pareciera haber una tendencia del intelecto del hombre civilizado, de su racionalidad, a caer en una teología que corre el riesgo de convertirse en demonología ( Doktor Faustus, pág.138) Esto parece suceder en casi todas las esferas donde el hombre actúa. Por ello es bueno resaltar que en la novela En busca de Klingsor, el mal relacionado con la ciencia, que es obra del hombre, refiere, desde un punto de vista social, antropológico, el que se trata de dilucidar aquí, no es el referido al dogma religioso y al error entendido como pecado, sino el relacionado a unos hombres de ciencia, que con sus decisiones y con sus acciones erróneas, afectan, definitivamente, a la humanidad.
Sin embargo, como la noción de gloria, de ideal, de fe están muy ligadas a la alianza dialéctica de lo malo con lo sagrado, ya que son dos fuerzas que conviven antagónicamente, incluso fuera de la voluntad del individuo, en aras de la plenitud o la perfección, es factible que en el fondo se trate de eso: que el hombre es malo por naturaleza, porque el hombre es el único ser que tiene conciencia de lo bueno y lo malo.
Lo que sí puede ser cierto es que todo ese movimiento subyacente en la conciencia alemana hizo posible que el nazismo surgiera como un fenómeno bélico, científico e intelectual, con tanta potencia para llevar a cabo una tarea sin precedentes en la historia, y todo por la gloria de Alemania. Los hechos prueban que la conducta de los ciudadanos civiles en el genocidio judío, por ejemplo, no se debió a una simple confusión por la propaganda de Goering ( Ministro de Propaganda nazi); o porque era un pueblo oprimido, como pretende la historia oficial para exonerarlos de su responsabilidad; sino que ya desde mucho antes se preveía que algo así podía ocurrir. El poeta judío alemán Heinrich Heini[3], del siglo XIX, había profetizado que un pueblo que quemaba libros a la larga quemaría a la humanidad. Más cerca en la historia, Lutero y Wagner, sugirieron también la deportación o exterminio del pueblo judío. Hitler, a mi entender, sólo fue un instrumento que aglutinó todo ese potencial a través del discurso racista y clasista llevado a la máxima exacerbación, es decir, él explotó con astucia el discurso antisemita que ya se encontraba latente en los sentimientos de los alemanes, que por cierto no todos pertenecían al partido nazi ni al gobierno, y que, sin embargo, muchos apoyaron el genocidio; y en algunos casos colaboraron voluntariamente en la entrega de judíos; y hasta participaron en ejecuciones. En Doktor Faustus, la historia principal es la del músico Adrián Leverkühn, quien le vendió su alma al diablo; pero también se revelan las causas psicológicas que hicieron posible el surgimiento del nazismo, o cómo el pueblo alemán le vendió su alma a Hitler.
Por su parte, en En busca de Klingsor también se va descubriendo la relación de la ciencia con los nazis y sus consecuencias. La participación de todos los científicos en los programas de investigación del Tercer Reich, y, por extensión, en la conciencia de la propia sociedad alemana, se revelan la noción de gloria, de ideal, de fe, exacerbadas por el poder absoluto. El mal desatado por los científicos nazis ¿podría ser visto ahora, a esta distancia, como un fenómeno que era predecible?
Así, Francis Bacon[4], con el objeto de preservar al Círculo del Uranio alemán y evitar que caiga en manos de los rusos, no sólo va a sacar a la luz la relación entre la ciencia y el mal, y a cuestionar la pretendida moralidad de la ciencia, sino que también va poner al descubierto a los investigadores reales de la institución científica alemana, como Plank Schrödinger, Heisenberg, Gödel, Einstein, Stark, , Bohr, y otros; los cuales se encontraron envueltos, de alguna manera, en una mezcla de ciencia y nazismo, así como las ambiciones científicas y componendas académicas de las que se valieron para llevar la ciencia a los terrenos de la política y el poder.
Bacon descubre la génesis de los programas atómicos de ambos bandos( como el Proyecto Manhattan, por EE.UU.) de científicos, poniendo al descubierto el último experimento de los alemanes por obtener una bomba atómica en una cueva de la Selva Negra[5], en los días finales de la guerra. Las revelaciones de Schrödinger, líder de la ciencia, pone de manifiesto, en forma dramáticamente autocrítica, lo bueno y lo malo que hay en el interior de cada científico; revelaciones que chocan con la concepción universal del científico como paradigma de la razón. En un diálogo con los investigadores, es decir Bacon y Links, Schrödinger, viene a decir lo siguiente: “ Los científicos y en especial los físicos teóricos, queridos amigos, somos malvados por naturaleza: nos pasamos toda la vida meditando y haciendo cálculos, de modo que una aplicación directa de nuestras teorías nos fascina.”(...) “ el hongo radiactivo de una explosión atómica no es más que una prueba de que se ha tenido razón.”( En busca de Klingsor, págs. 352-353), lo cual quiere decir que ser un genio científico no es sinónimo de ser inocente, porque las decisiones, que se toman en un momento determinado y con las cuales afecta a la humanidad, son acciones conscientes en su plenitud.
Paralelamente a esas revelaciones, hay que añadir las especulaciones que surgieron en torno a la posibilidad de que Hitler y su equipo de gobierno, mantenían una especie de sociedad secreta (la Thule Bund) relacionada a prácticas oscuras, especialmente en los experimentos científicos, lo que hace suponer cierta genealogía del mal como sistema de dominación. Quizás esas especulaciones se vuelven un tanto verosímiles cuando se constata el grado de degeneración en la que muchos científicos, en la pugna por el poder, llevaron a cabo acciones extra-científicas, más allá de la razón, para colocarse en dirección totalmente equívocas, a favor de causas contrarias al bien, tales como los experimentos con seres humanos y la bomba atómica propiamente dicha. Es elocuente el hecho de que en un documento revisado por Bacon y Links sobre algunas de las trascripciones de la Operación Épsilon (En busca de Klingsor pág. 189) de los programas secretos por ordenes de Hitler, y que fueron rescatados por los norteamericanos en Núremberg, se relata que después de haber escuchado la confirmación del ataque nuclear sobre Hiroshima, los alemanes se lamentaban de no haber sido ellos los primeros que consiguieran la bomba de uranio, por ello calificaron a sus científicos como de segunda categoría. Además, estaban conscientes de que los problemas no eran tanto por los conocimientos técnicos ni la forma como llevaban a cabo las investigaciones, sino por el hecho de haber mezclado la ciencia con la política. Igualmente, atribuyen ese fracaso a las “locuras” de Hitler y el poco apoyo real a las investigaciones, cuyos recursos se destinaron a intereses extra-científicos.

La influencia del Mal. La ciencia es una disciplina al servicio de la humanidad, por lo menos teóricamente, donde la verdad no ha cesado de ser concebida como un bien y un valor en sí. Sin embargo cuando el hombre utiliza sus atributos bajo la influencia del mal, determina los indicios de una fuerza destructiva que va minando la voluntad humana, alentándola a la sublevación, porque el hombre es débil en el fondo y nunca tarda en caer en las tentaciones, del éxtasis del alma, que rebasa los límites del espíritu y se escapa de la propia conciencia.
El problema del mal radica en su contagiosa seducción; debilita la esperanza, enfrentándola con la miseria, la desesperación y la propia frustración. El mal, como fuerza contraria al bien, a la moral, a los valores sociales, mina el camino del hombre a la elevación de la propia condición humana. En ese actuar, la ciencia tomó una senda equivocada. La ciencia alemana se puso al servicio del mal y a intereses mezquinos, cuando experimentó con seres humanos a favor de una ideología totalizadora y denigrante de esa condición humana que debería defender. Resulta evidente en la novela, la manera como el científico fue capaz de someterse, como instrumento del poder dominante, por encima de la razón y la verdad, para aliarse a los deseos de la sociedad por razones de ambición, egoísmo y vanidad. Su verdad, creen ellos, los salva y se permiten destruir y decidir por sí mismos, la suerte o el destino de los demás. Todas las tareas que el científico alemán llevó a cabo en el área de investigaciones secretas, divididas a su vez en tres áreas de conocimiento: análisis de las razas y genotipos humanos, de acuerdo con los postulados de Rosenberg; la geopolítica racista de Haushofer; y la Welteislebre (doctrina del hielo eterno) de Hörbiger y Wessel (pág.505) pueden ser medidas por las consecuencias de todas esas acciones, además de los intentos de la fabricación de la bomba atómica. El mal puede tomar muchas formas, en este caso, los hombres de ciencia.
Es importante acotar que, pareciera que en ese período de la historia científica no existieron reglas definitivas ni leyes universales que orientaran su práctica en la construcción del conocimiento científico. Al aceptar los científicos la concurrencia de elementos no racionales y extra-científicos, fueron en contra de los conceptos universales y finalmente se convirtieron en totalitarios y excluyentes. La tesis de la anarquía de la ciencia de Paúl Feyerabend[6], en su Tratado contra el método, (Facuse, pág.2) cobra tanto valor aquí cuando dice que la actividad del científico tiene mucho de caótico e imprevisible: "la ciencia es una empresa esencialmente anarquista; el anarquismo teórico es más humanista y más adecuado para estimular el progreso, que sus alternativas basadas en la ley y el orden “(Facuse, pág. 2), y más adelante dice: “ En su intento por homogeneizar la ciencia el científico actúa como un “oportunista metodológico”, es decir “todo vale”, en el sentido de que está dispuesto a transitar diversos caminos posibles para alcanzar sus objetivos, en cada situación particular, sin importar si sus métodos son racionales o no. Estas afirmaciones permitirían comprender la conducta del científico del período nacionalsocialista, quien, para alcanzar sus objetivos, transitó por los caminos más escabrosos, faltando a la ética y a la moral. La afirmación de Schrödinger: “ el hongo radiactivo de una explosión atómica no es más que una prueba de que se ha tenido razón”, confirma lo planteado por Feyerabend. De esta manera, la experiencia del mal se presenta en su sin razón, los fundamentos de la comunidad científica son negados al romper los límites de todo sistema y el desafío a los principios que rigen tanto la naturaleza como a la sociedad civilizada, y todo en detrimento de la condición humana.
Hitler, por su parte, condensaba mucho de esa maldad, la que llevó al extremo del sadismo. Se complacía al observar la filmación de las ejecuciones con tanto placer como cuando se observa una obra de arte. Además de querer convertirse en juez divino: “No sólo quería condenar sus cuerpos, sino también sus almas”(En busca de Klingsor, pag.15), y satisfacer su ego ante la derrota del enemigo: “el poderoso no sólo debe vencer a sus enemigos, sino ridiculizarlos, hacer saber a la gente que nadie tiene la estatura moral para enfrentársele.” (En busca de Klingsor, pag. 17) Luego, la celebración por el triunfo de la muerte.

La ciencia como factor de saber, poder y verdad. Algunos hechos trascendentales de la historia pudieran tener explicación si observamos cómo, desde la caída del imperio Austro-Húngaro, Alemania manifestó un deseo persistente de adueñarse del poder y la razón en Europa, pasando por encima de la ética y la moral para el logro de sus objetivos, lo cual pudiera estar demostrado por las acciones del nazismo.
En la persistencia del dominio del saber a través del conocimiento científico por parte de los científicos alemanes, no deja de ser importante señalar lo que dice Feyerabend, que “la historia de la ciencia es tan compleja, caótica y llena de errores como las ideas que contiene, sin embargo han sido reconstruidas bajo la forma de un relato "objetivo" y accesible a un planteamiento constituido por reglas estrictas e incambiables” (Facuse, pág.3) También hace referencia a la doble autoridad del científico: la teórica y la social. Esto implica su responsabilidad con la sociedad. Sin embargo, esa autoridad, como vemos, fue utilizada por algunos científicos alemanes, para subvertir el orden y el camino de la ciencia, en su afán de obtener y ejercer el poder a través del conocimiento teórico-científico. La responsabilidad del científico ante la sociedad y la utilización del discurso como arma para controlar el poder, certifica el planteamiento de Foucault en cuanto al saber y poder, ya que ambos se entretejen inevitablemente y se reúnen en el discurso. El discurso refleja el pensamiento y el conocimiento dependientes del paradigma dominante, y a su vez, son generadores de la propia realidad elaborada y sostenida sobre determinado discurso y que tiene la capacidad de auto legitimarse. Es como un círculo vicioso. Por ello, la propuesta de Foucault en el Orden del discurso, es una oposición a los procedimientos de control y delimitación del propio discurso.
Sin embargo, como dice Foucault, no existe un saber universal, desinteresado y libre de exigencias ideológicas, como tampoco existe un saber totalmente determinado por el poder. El régimen nazi pretendía un saber absoluto y dominante; y un poder basado en el conocimiento. Pero como el saber nunca se encuentra fuera del poder ni está completamente circunscrito a él, sino que, en realidad, constituyen campos en confrontación, quizás fue lo que provocó el auge y caída de la ideología nacionalsocialista.
Reflexiones finales
Los hechos de la Segunda Guerra mundial son conocidos. Lo que trata Jorge Volpi con esta novela es develar la historia poco conocida, digamos, la que se encuentra en la periferia, para narrar los hechos desde otra perspectiva.

Así, en En busca de Klingsor se plantea el viejo dilema del mal. Pero el mal, entendido como un problema de los valores sociales que parecen estar en crisis desde siempre. El ser humano es una paradoja ya que cuando es puesta a prueba su ética y su moral puede tomar posiciones contradictorias, que pueden ser riesgosas, tanto para él como para los demás. La toma de decisiones, desde el punto de vista científico, implica una responsabilidad con sus semejantes. El efecto que se causa en la realidad, al elegir un camino determinado y renunciar al resto de las posibilidades, y la importancia de tomar alguna decisión para la historia que involucra a toda la humanidad, establece la diferencia entre el bien y el mal.
Todo el caso de la sociedad científica alemana, además de girar en torno al tema del mal, también se vincula con el problema del poder. El poder se relaciona con la dominación, la coerción, la restricción y hay una tendencia a enmascarar y mistificar la realidad mediante el engaño o el fraude. Lo que funcionó en el régimen nacionalsocialista fue la utilización del saber y la verdad como factores de dominación. Los problemas surgidos en el medio científico de la Alemania nazi han puesto en evidencia el viejo dilema entre ciencia e ideología, verdad y error. Contradictoriamente, desde siempre, la verdad y el saber, se usan como armas porque invierten, revierten o eliminan los errores impuestos para tratar de desenmascarar al poder dominante o represivo a través de la concientización. Pero, como la historia la hacen los hombres, igualmente la ciencia es una creación de seres humanos concretos que viven en una época determinada, cuya producción está cargada como dice Feyerabend, de “valoraciones y juicios de valor básicos aceptados por la élite científica “(Facusa, pag.49) que son determinantes en cualquier sociedad, y específicamente en la sociedad alemana de la época nazi, la cual afectó, en definitiva, a la humanidad. Al utilizar los conocimientos científicos como fuerza de dominación, a través de un discurso basado en razonamientos científicos objetivos y lógicos, finalmente, ambas fuerzas colapsaron.
En En busca de Klingsor, Volpi pone en tela de juicio la moral de la ciencia y cómo las posturas científicas pueden cambiar el curso de la historia. El detective Bacon hurgó en lo más recóndito de las debilidades humanas, donde todos somos sospechosos de un crimen, tal como lo es Klingsor. Buscar a Klingsor, quizás no sea más que la búsqueda en nosotros mismos del mal arraigado en nuestra propia conciencia.
El tema del mal en la ciencia, no ha acabado. Es verdaderamente preocupante los niveles de desarrollo que ha alcanzado la ciencia cuántica en la actualidad. Lo dicho por Schrödinger que un hongo atómico no es más que la prueba de que una teoría funciona, requiere la revisión de los valores éticos de los hombres de ciencia, ya que las decisiones que tomen nos afectan a todos.
Todo lo expuesto en este trabajo, sobre la mentalidad alemana y la ética de sus científicos, quizás no son más que meras especulaciones. La verdad no es absoluta. Mi verdad, la verdad de Volpi, constituye el mundo de las posibilidades. Solo nos queda la responsabilidad que como lector nos corresponde en una sociedad en crisis.



Bibliografía y referencias bibliográficas


Foucault, Michel. La arqueología del saber. Argentia: Siglo Veintiuno Editores, S.A.,2003.
__ __ __. El orden del discurso.Barcelona, España: Tusquets editores, 1980.
Mann, Thomas. Doktor Faustus. Argentina:Editorial Sudamericana, 1950.
Piglia, Ricardo. Crítica y ficción. Barcelona, España: Editorial Anagrama, S.A., 1986.
Urroz, Eloy, Padilla Ignacio y Volpi, Jorge. Tres bosquejos del mal.España: Modernos y clásicos de Muchnik editores, 2000.
Volpi, Jorge. En busca de Klingsor. México: 1999.
Electrónicas:
Ciencia, verdad y poder. Esther Díaz.2004.Revista La otra. Argentina. Recuperado en http: //. www.estherdiaz.com.ar/textos/ciencia_verdad_poder.htm[2005, julio15[
Una Epistemología Pluralista. El anarquismo de la ciencia de Paúl Feyerabend. Facuse, Marisol. U. de Concepción Chile.2005. Recuperado en http: //rehue.csociales.uchile.cl/facuse.htm [2005, julio 15[
[1] Homónimo del filósofo natural del siglo XVII.
[2] Nombre de un personaje literario enmarcado en la leyenda del Santo Grial. En su versión germánica, ejemplificada en el Perceval de Eschenbach y en la ópera Parsifal de Wagner. Klingsor es el antagonista perverso del rey Amfortas con quien protagoniza un prolongado enfrentamiento durante muchos años hasta que en un determinado momento se desequilibra al conseguir Klingsor doblegar la virtud de Amfortas.

[3] Volpi le da este mismo nombre a uno de sus personajes en la novela En busca de Klingsor.
[4] En su búsqueda es ayudado por Gustav Links, un matemático obsesionado por el problema del infinito de Cantor y repudiado por el anterior régimen por su complicidad en el histórico y fallido atentado contra el Fürher.
[5] Podría se una de ellas Mittelwerk, la mayor fábrica subterránea de armas ubicada en el macizo montañoso de Harz. Allí trabajaron como esclavos miles de prisioneros produciendo los cohetes V-1 y V-2, utilizados por los alemanes en la guerra sobre varias ciudades europeas. Se estima que esas armas cobraron más vidas durante su construcción que mediante su uso.
[6] Paúl Feyerabend: filósofo, epistemólogo austríaco (1924-1994) Formuló la teoría sobre la Anarquía de la ciencia donde “ todo vale”.

Plata quemada

Plata quemada, de Ricardo Piglia.
Dimensiones de una tragedia.
(JUN-2005)
Tragedia significa cierta clase de relato según nos recuerdan los viejos libros, de quien gozaba de gran prosperidad y cayó de sus alturas a la miseria,
para terminar calamitosamente.” [1]

El narrador y la narración

La novela Plata quemada es una narración ficcional, pero que está basada en unos hechos reales que Ricardo Piglia rescata de diarios, reportes policiales y a través de la reelaboración de entrevistas de testigos del robo al Banco de la Provincia de Buenos Aires, hecho acaecido en el año 1965, entre Argentina y Uruguay. En el epílogo de la novela, Piglia se nos presenta como un narrador testigo, aunque en todo el relato narra en tercera persona. Utiliza variados lenguajes, desde argentinismos así como el lenguaje de la jerga policial y delictiva. A través del recurso del suspenso, Piglia relata un hecho delictivo, que deja ver cierta motivación e interés, como en casi toda su obra, de mostrar la “relación específica de la ficción con la verdad”(Critica y ficción, pág.10) y esa zona indeterminada en donde ambas se cruzan. Una ficción es utilizada, entonces, como una manera de comprender las tramas de la ficción social, y, por medio de la literatura, descifrar la verdad escondida detrás de todo hecho. Es una de las formas de acceder a esa verdad, que siempre es controlada por y desde el poder, y en gran medida, lograr reconstruir, a través de la ficción, el "relato de los vencidos" que revele la realidad histórica verdadera, el otro lado de la moneda, donde “la ficción trabaja con la verdad para construir un discurso que no es ni verdadero ni falso...y en ese matiz indecidible entre la verdad y la falsedad se juega todo el efecto de la ficción”(Critica y ficción, pág.13). La novela Plata quemada nos presenta, de manera directa o indirecta, cómo funciona el monopolio del saber, del poder y de la palabra, a través de el Estado, la sociedad, y la narración. “Cuando se ejerce el poder político se está imponiendo una manera de contar la realidad”(Critica y ficción, pág.105), la representación de la violencia legal contra la violencia ilegal, lo real y los límites de la verdad contada desde el poder es el relato de los “vencedores”.

Este trabajo literario podría interpretarse, como cierta intención del autor de lograr, a través de un tono narrativo, el discurso crítico, y la ficción como la narración de lo posible en la novela, que funciona como el espacio para la reconstrucción de relatos sociales, (y de la novela policial) en la búsqueda de la verdad desde otra perspectiva fuera del poder. Piglia se convierte en un investigador y, a través de muchas voces, construye y reconstruye una novela de ficción, siempre respetando la historia verdadera, donde la verdad es una dimensión de lo posible, aunque no siempre la exactitud de los hechos.

Dimensiones de una tragedia. Los valores sociales.

La sociedad es vista como una trama de relatos, un conjunto de historias y de ficciones que el autor reinterpreta para la reflexión sobre los hechos sociales que nos atañen ( quizás no sea su motivación originaria). Así que, en ese entramado, nos encontramos con algunas tragedias subyacentes en la sociedad. Por un lado, los personajes trágicos de la novela no gozaban de una posición privilegiada y de gran prosperidad, como se suele relacionar, de acuerdo al concepto tradicional de la tragedia( citada en el epígrafe) sino que, por el contrario, la propia precariedad material e intelectual de los ladrones, los lleva a delinquir para lograr con ello un bienestar económico que le permita llevar una vida licenciosa y despreocupada de toda obligación social, ética, moral mínimas requeridas en toda sociedad. La condición trágica de los autores del robo se nota en todo el relato y se va descubriendo el fatalismo a través del perfil psicológico y los recuerdos en cada uno de ellos. El mundo de las drogas y sexo revela cierta tendencia de ciertos sujetos a los actos salvajes y desproporcionados en la sociedad. La novela se convierte en la representación narrativa del delito, que casi siempre está ligada al dinero y a la trasgresión . Los valores se ven trastocados de manera violenta, bajo el imperio de una razón equívoca. La experiencia del mal se presenta en su sin razón, los fundamentos de la sociedad y también de la existencia son negados, lo que representa la negación en extremo de la razón misma. Los hechos hacen estremecer los cimientos de la sociedad, del orden y es una representación de la destrucción de lo que la constituye, como son la vida y los bienes. El dinero representa un poder en toda sociedad y en su relación con la ley parece indicar cómo lo ilegal y el delito está sostenido por el dinero.

Así, los males de la sociedad, los siete pecados capitales arrinconados en un apartamento de la calle Julio Herrera y Obes, en el cual se encuentran los sujetos en un estado de excepción, son temas vigentes, en donde los ladrones, héroes trágicos, más bien antihéroes, violando la relación básica del héroe con la sociedad, deciden quemar el dinero robado, en un último acto de rebeldía, incomprensible para quienes el dinero es más importante incluso, paradójicamente, que la vida. Pone en tela de juicio el papel del Estado que parece no estar haciendo mucho para rescatar los valores éticos y cívicos de la sociedad ideal, y donde, incomprensiblemente para nuestras sociedades Latinoamericanas, la Iglesia nunca interviene.

La novela Plata quemada es una critica a la cultura moderna que ha legitimado las trasgresiones de la ley y es una propuesta de que “la sociedad no puede funcionar con valores que son antagónicos con sus necesidades, no puede dejarse manejar por una cultura que exalta los valores que buscan desintegrar a la sociedad..., no puede seguir exaltando su propia destrucción “(Critica y ficción, pág.104)

Aunque la novela no trata, por lo menos directamente, de una critica a la conducta de los autores del delito, se puede notar la intención de un llamado a la reflexión acerca de los valores sociales y de la condición humana, que son claves para ver lo indisociables que resulta la reflexión literaria de lo político y lo social. Es visible la capacidad del autor de, como él mismo ha dicho, disminuir la frontera entre la ficción narrativa y el ejercicio crítico subyacente en la literatura. En ello consiste justamente, a mi entender, el trabajo reflexivo de Piglia, a través de la nueva literatura, cumplir con un rol social y llevar la novela como un ejercicio práctico para aprender a leer, como sujeto responsable que analiza su situación en el contexto social; invitando al lector a conocer o a reconsiderar los valores y, además, a descifrar la verdad que oculta todo hecho.

Bibliografía

Piglia, Ricardo. Plata quemada.Barcelona, España: Editorial Anagrama, S.A.,1997.
_ _ _. Crítica y ficción. Barcelona, España: Editorial Anagrama. S.A., 1986.

Steiner, George. La muerte de la tragedia. Caracas: Monte Ávila Editores, C.A.Caracas, 1970.
[1] Definición de tragedia citado en el prólogo al Monk¨s Tale, de George Steiner en La muerte de la tragedia pág.15